El pasado jueves 27 de junio asistí a la puesta en escena de la obra “Noche Encantada”, de la dramaturga nicaragüense Gloria Elena Espinoza de Tercero, en la Sala Experimental Pilar Aguirre del Teatro Nacional Rubén Darío. La obra fue dirigida por José Arias e interpretada por Rencel Castillo. |
Todo se confabuló para que “Noche Encantada” pudiera ser valorada a plenitud.
1.- La Sala Experimental Pilar Aguirre
La Sala Experimental es un pequeño anfiteatro ubicado en los sótanos del TNRD, su subterránea ubicación, y el concreto armado, lo aísla, no sólo de los ruidos de la ciudad, sino que también de los sonidos que se producen en la Sala Mayor.
Para ejemplo, un botón, esa noche, en la Sala Mayor, se estaba presentado El Lago de los Cisnes, pero sólo fue hasta mi salida, cuando ya iba por las escaleras, que pude distinguir los hartamente conocidos compases del segundo acto.
Por todos es sabido que la acústica de la Sala Mayor es extraordinaria, pero ayer descubrí que esa cualidad le pertenece también a la Sala Experimental. Sucede que las gruesas losas de concreto armado, además de servir como soporte del edificio, también tienen la función de ser una suerte de espejo, ya que las ondas sonoras, en vez de seguir su trayectoria natural, son reflejadas por el concreto, creando un efecto de resonancia que, sin producir eco, amplifica los sonidos que se producen en el interior de la sala, facilitando, de esa manera, la audición de los parlamentos.
El escenario está dispuesto en el vórtice del pequeño anfiteatro y su cercanía permite la rebosante apreciación de los detalles a ser presentados.
2.- La Escenografía, las Luminarias, el Vestuario y el Maquillaje
En el teatro, a diferencia del cine y la televisión, el director no puede recurrir a los enfoques de los primeros planos, es por eso que para enfatizar las escenas recurren a la escenografía, las luces, al vestuario y al maquillaje.
En Noche Encantada cada componente de la escenografía cumple un propósito, nada está de más, nada falta, nada sobra, cada artículo va a desempeñar un rol dentro de la obra, son los tácitos personajes secundarios que aparecerán y que podrán ser distinguidos gracias al hábil y sutil manejo de los haces de luz y sus coloridas tonalidades.
Las luces también ayudan a que el maquillaje ponga a la vista las emociones que en determinado momento sentirá el personaje.
El maquillaje hizo énfasis en los ojos, ya que era a través de ellos que los presentes debíamos percibir las angustias, las frustraciones y los arrebatos de desesperación de Virginia, el personaje principal.
Igual, cada componente del vestuario tiene una función, el veneciano antifaz servirá para presentar los conflictos internos de personalidad de la protagonista, el camisón es una alegoría de la metamorfosis que sufrirá la insomne mujer, es como la piel de una oruga de la que paulatinamente se va desprendiendo hasta que finalmente surge la mariposa.
Todo, escenografía, luminarias, vestuario y maquillaje, todo estuvo fríamente calculado…
¡Bravo!
3.- La Trama
En el teatro no hay “rewind”, tampoco hay edición, la obra transcurre como deberá transcurrir y cada espectador la interpretará a su manera, convirtiéndose así en una suerte de coautor. Creo que es oportuno mencionar que, al momento en que escribo estas líneas, no he leído el texto de la obra, y creo que eso está bien porque todo lo que a continuación expondré es lo que se suele llamar... la primera impresión.
Otra cosa sumamente importante, no estoy escribiendo propiamente sobre la obra, sino sobre la puesta en escena, que si bien están ligadas, no son la misma cosa. Una obra puede ser extraordinaria y la puesta en escena la puede echar a perder, lo que si es sumamente improbable que ocurra es que una obra sea mediocre y la puesta en escena la rescate.
Noche Encantada es un monólogo que tiene tres personajes protagónicos y otros tantos tácitos.
La obra inicia presentado, en total oscuridad, a Virginia, el único de los tres personajes que es de carne y hueso, los otros dos, y recurriendo a lo expresado en sus alocuciones en un par de ocasiones, son existencialmente etéreos.
En ese momento el director toma las riendas y, como si de un acto de magia se tratara, todo se ilumina, quedando expuesto el resto del elenco que no es otra cosa que el escenario con cada uno de sus componentes, los cuales pacientemente esperarán el momento en que les tocará establecer una relación cercana con Virginia.
Sólo entonces empiezan los parlamentos.
Con las primeras frases de Virginia hace su ingreso “Ella”, un personaje invisible, corporalmente inexistente, pero que estará presente durante toda la obra, reservándose para sí misma el exponerse, el revelarse, en la escena final.
Los parlamentos de Virginia nos conducirán por una ruta que partirá de las frustraciones de un amor no correspondido que, dicho sea de paso, de platónico no tiene nada, más tarde suplicará de tal manera que, eventualmente, hasta desencadenará en una suerte de lento y sugestivo striptease, mostrando de poquito en poquito su torso, como la máxima expresión de su feminidad.
Resulta impactante escuchar… “el amor es cursi, por si no lo sabes”.
Parlamento retóricamente acertado ante las triviales frivolidades del mundo contemporáneo, carente de sentimientos y plagado morbosidad.
En determinado momento, llena de amargura, Virginia, con algo de conducta autodestructiva, hace una gran rabieta durante la cual destruye sus más preciadas pertenecías... sus escritos y sus libros, tras lo cual procede a acusar e insultar al escurridizo objeto de su amor.
Después empieza a mostrar su “Cueva”, la cual no tiene nada que ver con la de Platón. De más está decir que todos los que de alguna manera nos dedicamos a las actividades creativas tenemos una Cueva, pero personalmente yo me suelo referir a ella como La Torre de Cristal.
Para los nicaragüenses, con inquietudes literarias, La Torre de Cristal es Rubén Darío, nadie llegará más alto que él y, queramos o no, para bien o para mal, y por los siglos de los siglos, todos somos y seremos prisioneros de Rubén e inevitablemente terminaremos acurrucados en los rincones de la terrible bartolina dariana, bartolina de la cual ningún nicaragüense podrá escapar.
Virginia no es la excepción, si no, no lo habría mentado con nombre y apellido, si no fuera así, tampoco tendría ese apetito voraz por los héroes de la Grecia Clásica.
El uso del antifaz veneciano es un vehículo para que ingrese el tercer personaje, una suerte de Alter Ego que cuestiona los reclamos de Virginia y que, aunque es ella misma, es al mismo tiempo la Otra.
Este desdoblamiento se manifiesta con la figura del arpa, Virginia quiere ser el arpa que Bécquer olvidó en algún rincón de sus rimas, pero al mismo tiempo su Alter Ego es quien se muere por tocarla.
Después aparece la figura del Ave Fénix, como indicándole que cada noche le tocará vivir y revivir, prometeicamente, la noche que ahora está viviendo, noche que, con algo de masoquismo, disfruta.
Finalmente, en la última escena, inesperadamente al espectador le queda claro de quién es el misterioso personaje que a lo largo de la obra se oculta y que es la causa del desamor que agobia a Virginia...
¡Bravo!
¡Bravísimo!
4.- La Actuación
No diré nada, prefiero que algún día les toque a ustedes apreciarla sin la contaminación de mis comentarios.
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Noche Encantada
autora: Gloria Elena Espinoza de Tercero
Director: José Arias
Intérprete: Rencel Castillo
Sala Experimental Pilar Aguirre
Teatro Nacional Rubén Darío
Teatro Nacional Rubén Darío
27 de Junio de 2024
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