jueves, 14 de noviembre de 2024

La falta de léxico


Cuando un autor comienza a escribir es muy común que dentro de sus párrafos se den algunos abusos de ciertas palabras —muletillas le llaman los entendidos— que para él le parece justo ubicar en esa oración, sin embargo, ya con cabeza fría y leyéndolo en voz alta notamos que algunas de ellas se repiten hasta el cansancio, lo que un lector avezado podría notar como falta de léxico en el escritor en ciernes.

Podríamos ejemplificarlo de esta manera:

Antonio cogió su carro y recorrió la carretera en búsqueda de Gabriela, Gabriela era para Antonio lo mejor que había encontrado en su vida, pero por miedo a una relación seria en ningún momento prestó atención a sus sentimientos. Algo dentro de Antonio lo hacía comprender que el final era inminente, pero temía confesarle que no quería perderla.

—Creo que es mejor que nos demos un tiempo —dijo Gabriela mientras metía su ropa en su maleta.

—No te estoy pidiendo que te vayás de la casa —dijo Antonio mientras desde la cama notó cómo Gabriela lloraba mientras empacaba—; podés quedarte este fin de semana y después decidís si podemos salvar esto.

Eso había sido un jueves, llevaba una semana buscándola por toda la ciudad.

En una versión más limpia obtendríamos esto:

Antonio cogió su carro y recorrió la carretera en búsqueda de Gabriela, ella era para él lo mejor que había encontrado en su vida, pero por miedo a una relación seria en ningún momento prestó atención a sus sentimientos. Algo dentro de sí mismo lo hacía comprender que el final era inminente, temía confesarle que no quería perderla.

—Creo que es mejor que nos demos un tiempo —dijo ella mientras metía su ropa en su maleta.

—No te estoy pidiendo que te vayás de la casa —respondió Antonio, desde la cama notó cómo Gabriela lloraba y terminaba de empacar—; podés quedarte este fin de semana, después decidís si podemos salvar esto.

Eso había sido un jueves, llevaba una semana buscándola por toda la ciudad.

¿Se notó el cambio?

El escritor Carlos Manuel Téllez [1], en su libro Hablemos en cristiano (2022), explica la definición de muletilla y aporta otros ejemplos:

(…) funcionan como apoyo para el hablante, quien utiliza palabras o frases una y otra vez, como si se tratara de una «muleta» o un «bastón». Es decir, en el discurso oral, captan la atención del oyente. Citamos algunos ejemplos de muletillas: Bueno, este, como decía, sin embargo, es decir, ¿verdad, ok… (p.22).


Ahora bien, como pequeño ejercicio, elija cualquier cuento que haya redactado usted en los últimos meses, leálo en voz alta, y tache cuántas veces repite las palabras «pero», «y», «entonces», «que», «pues», «porque», «por eso», «dijo».

Dependiendo el abuso de las del ejemplo, tache la mitad de las encontradas y luego, mejorando el párrafo, recurra a eliminarla o sustituirla por otra palabra que enriquezca el texto.

Otro error muy común es que confunden el uso de «pero» cuando la conjunción a utilizar es «aunque»; la primera es adversativa y la segunda es concesiva.

Aquí unos ejemplos del uso de la segunda:
  • He tomado café porque no encontré otro tipo de líquido, aunque lo que me gusta es la avena.
  • Aunque esté lloviendo, nosotros llegaremos a tu boda.
  • Mis padres me inscribieron en futbol, aunque mi deporte preferido el boxeo.
Siempre es bueno detenerse para saber si el adverbio es concesivo o es adversativo, ejemplos siempre encontraremos en los textos que leamos.

Los adverbios de modo terminados en mente

Aunque no es visto como una muletilla, estos a suelen ser usados en exceso por los narradores noveles: tristemente, paulatinamente, silenciosamente, entre otros que uno encuentra en los textos narrativos.

La Real Academia sugiere “no abusar de ellos dentro de un mismo texto”, por lo que un párrafo extenso puede aguantar el uso de dos de ellos, tres indicaría un abuso por parte del escritor.

Algunos son usados como una frase escueta que indica pereza del autor para describir una acción del personaje:

Ej. 1.

—Yo también me quiero morir —me dijo tristemente.

Ej. 2.

Paulatinamente sus pasos lo condujeron a casa de sus padres, aun cuando a esa hora y con esa lluvia sabía que llegaría por lo menos en dos horas.

Ejemplos hay en cantidades industriales hasta en autores de talla internacional.

En lo personal no los uso, los tolero en otros escritores, aunque sí les tacho cuántas veces los encontré en sus párrafos y qué pasaría si redujera la mitad de los encontrados o cómo mejoraría su narración si fuese eliminado y la frase fuese cambiada por otra que enriquezca el párrafo.

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[1] Carlos Manuel Téllez (León, 1977). Licenciado en Lengua y Literatura. Ha publicado los libros Hay una serpiente en mi boca (novela, 2013) y Hablemos en cristiano. Manual de dudas y otras curiosidades del español (manual de ortografía, 2022)


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Escritos en Nicaragua

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos bien, el lexico, un tema importante y todo escritor debe fortalecer, sus problemas aquí Maynor los aborda con teorias y ejemplos. Útil para todos.