El bueno o el malo en mi historia Me estoy acostumbrando a ser hijo del café americano cada mañana a fumar marlboros rojos a no desayunar en familia a no recibir la bendición de mi abuela abatida por el Covid19 en una lucha desigual. A no contestar números desconocidos para no perder el tiempo; a pensar en riquezas y odiar la escasez. A ver pasar por mi mente familiares y amigos y no detenerme a pensar en ellos. Me estoy acostumbrando a exhalar la última bocanada de mi cigarrillo y preguntarle a Dios sí juega a ser el malo o el bueno. Pero fue mucho el proceso para llegar hasta donde estoy. He aquí la confesión del inmigrante. |
Confesión Si tú supieras lo difícil que es caminar por este sendero que no tiene atajos sin más opción que seguir adelante hasta el último de tus confusos pasos donde a tu llegada las luces estarán apagadas y no existe nadie dispuesto a perder el tiempo para encender un candil que te guíe. Donde a nadie le interesa conocerte o saber cómo estuvo tu día, donde el tiempo, trabajo y dinero valdrán más que tu salud este lugar donde a Caronte puedes considerarlo un amigo y pedirle a crédito el favor de la liberación. Si supieras eso, hermano, no querrías seguirme a este valle porque sabrías que dos criaturas agonizantes serán un problema. Dedicado a Néstor José. |
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