A mí me empezó a salir vello facial a eso de los 17-18 años, pero era más bien una pelusa y no se miraba bien, es por eso que me empecé a afeitar. Fue en ese momento que descubrí lo placentero que es afeitarse.
No sé como sea para usted, pero para mí el roce de la hoja de afeitar con la piel tiene un efecto similar al de un masaje. Una vez que concluyo suelo aplicarme una colonia con alto contenido de alcohol, lo que provoca una sensación de ardor. En mi caso esta sensación de ardor es sumamente agradable. Es más, conozco a más de un lampiño que se afeita con el único propósito de experimentar las sensaciones que tienen que ver con el afeitarse.
Parece contradictorio que el ardor que provoca la colonia cause placer, pero así es y tiene una explicación fisiológica. Para poder explicarlo recurriré al caso del café.
¿Recuerda usted la primera vez que tomó café, café negro? Bueno, la primera vez que una persona toma un café negro resulta ser una experiencia desagradable por la característica amargura de la bebida. Ahora bien, el cuerpo humano tiene sustancias químicas que le ayudan a suprimir las sensaciones desagradables y el dolor, una de ellas es la endorfina.
La endorfina es una hormona producida por el cerebro ante ciertos estímulos externos, tiene la propiedad de inhibir temporalmente el dolor físico, pero más importante que eso es que tienen la facultad de producir placer.
Los estímulos externos son variados, pueden ser una reacción al dolor que produce el chile, la amargura del café y del chocolate. Durante las actividades físicas también se produce una buena cantidad de endorfinas, por esa razón algunas personas se vuelven adictas a los ejercicios físicos, por eso corren o hacen aeróbicos incansablemente. Como parte de las actividades físicas debemos incluir las relaciones sexuales, con la peculiaridad de que es durante el clímax cuando nuestro cerebro produce la mayor cantidad de endorfinas.
Pero esta capacidad de inhibir el dolor y de producir placer tiene su lado oscuro.
Es famoso el experimento realizado con ratas de laboratorio. Los investigadores diseñaron una suerte de laberinto que desembocaba en 2 estancias, en una de ellas había comida, en la otra la rata tenía que pasar por un túnel y al hacerlo recibía un pequeño choque eléctrico en los genitales. Ese choque eléctrico provocaba que la rata experimentara un orgasmo. Repitieron muchas veces la prueba con el propósito de que las ratas memorizaran el recorrido. Cuando eso ocurrió las ratas siempre escogieron la ruta del choque eléctrico.
En el caso de los seres humanos, la propiedad de inhibir el dolor y de producir placer es el abono fisiológico a los trastornos sicológicos relacionados con el sadomasoquismo.
Pero volviendo al asunto de la barba, el roce de la navaja, el ardor de la colonia hace que mi cerebro produzca tal cantidad de endorfinas que me hacen sentir placer.
En diciembre pasado compré una máquina de rasurar eléctrica, sucede que el costo de las máquinas de afeitar tradicionales ha subido tanto de precio que tuve que buscar una alternativa.
Después de 1 mes de estar usándola descubrí la mejor manera de hacer uso de esta máquina de rasurar eléctrica.
Primero, hay que dejar caer una gota de jabón líquido en cada cuchilla giratoria. Segundo, en vez de las cremas de afeitar, es mejor utilizar jabón líquido y producir la espuma con una brocha.
El objetivo de estas 2 prácticas es evitar que los vellos y los rastros de piel obstruyan las hendijas que sirven para proteger la piel de las cuchillas giratorias.
Una máquina de rasurar eléctrica no produce el placer de una máquina de afeitar convencional, pero no todo está perdido porque abre los poros en tal grado que si es posible disfrutar del placer que provoca la colonia.
Nota: Hay que tener cuidado, la máquina de rasurar eléctrica debe ser del tipo que está diseñada para afeitar en seco y en húmedo.
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