Carver es para muchos uno de los mejores últimos cuentistas de los Estados Unidos en el siglo XX y tuvo como amigo a uno de los mejores editores, Gordon Lish, a quien conoció cuando se mudó a San José, California en 1968 y este segundo trabajaba como Director de investigación lingüística en los Laboratorios de Investigación del Comportamiento.
La confianza que le tenía Carver era tanta que Lish —en muchos de sus cuentos— cortaba hasta un sesenta y ocho por ciento de alguno de ellos, dejando sólo lo útil.
Raymond C. Carver Jr. [1] |
Fue de la mano de este último que surgió el libro de cuentos «¿De qué hablamos cuando hablamos del amor?» (1981), una maravillosa colección de diecisiete relatos, que el autor, cansado de las ediciones de su amigo, decidió publicar los cuentos en bruto, tal y como se le habían ocurrido en su momento, eso dio vida a «Principiantes» (2009), donde quedó más que demostrado que el genio detrás del genio siempre fue Lish [2].
Es bastante común en escritores noveles que no busquen un editor, muchos hablan de que su texto no debe ser cambiado porque es su inspiración y así lo quieren, sobre todo en poesía: versos muy sencillos, frases muy comunes y su orden tal vez lo hacen conforme la fecha que lo redactaron y no en un orden de unidad temática, lo que en lenguaje editorial se le denomina textos orgánicos.
Con narrativa pasa que confunden la anécdota simple con el relato, o que desean contar de modo vernáculo sus anécdotas de cuando fueron jóvenes, ejercicios que vendrían bien para un libro de memorias o una autobiografía.
En lo personal me gusta leer borradores, más si son cuentos o novelas; me fijo en los tipos de inicio (in prima res, in media res, in fina res), en el tipo de final (abierto, cerrado, sorprendente o sugerente), si el tipo de narrador funciona (omnisciente, testigo, protagonista, multiselectivo o equisciente [lo siento, no me gusta la clasificación de Gérard Genette, por lo que no la ubico su calificación en este post]); cuando es novela, si el autor usa en los tiempos narrativos el flash back o racconto (ambos en la anlepsis) o la premonición o el flashforward (propios de la prolepsis), si sus capítulos dejan cliffhanger para mantener el suspenso, si la elipsis funciona bien; si los diálogos suenan verosímiles o si son mono-tonos, si la caracterización de los personajes está bien cuando los dejan planos o redondos, aun siendo principales, secundarios o sugeridos; si el personaje es gris o antihéroe.
Con los cuentistas me ha pasado algo muy raro: se enamoran de su libro. Y por más que uno les diga con cortesía que sólo siete u ocho cuentos dejan un carácter orgánico de su libro, argumentan que, si no sale la colección de doce o quince cuentos, mejor no lo publican, y sí, la cosa se ve dispar: por acá un cuento infantil, por allá uno vernáculo, por acá uno erótico, por allá un microrrelato…
Claro, hay sus excepciones, autores que antes de tomar una decisión piden que uno les recomiende libros orgánicos para comprender mejor el porqué deben hacer a un lado a “sus hijos” que no saldrán en el álbum familiar.
Editar no es sólo ser corrector ortográfico u ortotipográfico, y cuando es narrativa, es un trabajo muy endiablado: se deben notar muchas cosas de las que ya he mencionado algunas en los párrafos anteriores.
Es verdad que autores noveles han satanizado la figura del editor como el fiscal encargado de condenarte a cadena perpetua si ve que tu borrador no tiene calidad necesaria para ser publicado, sin embargo —si el símil me lo permite—, el editor viene siendo el abogado defensor, es quien encuentra el o los motivos para salvar tu obra de la hoguera o cambia la estrategia de tu texto, potenciando los aspectos a mejorar para que la obra funcione como texto literario.
Tal vez uno no tenga el talento de Lish, pero hemos descubierto la caja de herramientas que le hace falta a un autor para que su texto se vea mejor y con ello sean los lectores quienes terminan aplaudiendo el talento que este escritor tiene.
En este blog estaremos publicando algunos tips sobre narrativa y edición literaria que serán de mucha ayuda para escritores en ciernes que desean sugerencias de cómo mejorar sus borradores de obras literarias, quien quita y encontremos nuevos narradores con historias potables en búsqueda de lectores.
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[1] - Raymond C. Carver Jr., 1938-1988, cuentista y poeta estadounidense, considerado uno de los escritores más influyentes del siglo XX y de la literatura norteamericana.
[2] - Sobre este hecho recomiendo leer el artículo Principiantes, de Raymond Carver que está en este enlace https://letraslibres.com/libros/principiantes-de-raymond-carver/
[3] - Gordon Lish, 1934 - , es un escritor estadounidense. Como editor literario, defendió a muchos autores estadounidenses, en particular Raymond Carver, Barry Hannah, Amy Hempel, Rick Bass y Richard Ford.
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Escritos en Nicaragua
5 comentarios:
Felicidades al editor Maynor Cruz, excelente publicación.
Excelente inicio, los escritores somos muy vanidosos, estos datos permean nuestra actitud
El problema con la polémica Carver / Lish es que esta surgió cuando Carver tenía 10 años de haber fallecido, es decir que nunca sabremos su versión de los hechos.
Recuerdo haber leído hace muchos años el aforismo que se le atribuye a Baltasar Gracián: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". Leer tu pequeño artículo sobre el arte de editar, me lo recordó. Felicito al autor por entrar en un terreno muy poco valorado y para nada tomado en cuenta en nuestro paisito. ¡Qué increíble sería tener editores y editoriales también! Felicito al autor del artículo por dedicarse a este oficio tan espinoso y delicado! Excelente trabajo.
Felicito el esfuerzo de Escritos de Nicaragua por divulgar obras cortas, medianas y largas de autores nicas.
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