Entre el Asombro y la Incertidumbre
“Es el cambio, el cambio continuo, el cambio inevitable,
el factor dominante de la sociedad actual”.
Isaac Asimov
I.- La IA forma parte de la agenda contemporánea
La inteligencia artificial (IA) forma parte de la agenda central de científicos, sociólogos, psicólogos, politólogos, medios de comunicación y especialmente de políticos y gobernantes. Las divergencias entre especialistas de primera línea y sus dueños ocupan un sitio especial. La reiterada insistencia de quienes promueven su avance y las advertencias de los expertos que han intervenido en su desarrollo, chocan y se extienden. Un choque de especialistas del más alto nivel. Muchos gobiernos mantienen una actitud dual en cuanto a los peligros que supone la cristalización definitiva de la inteligencia artificial generativa. Convencidos y alarmados de los riesgos que supone, actúan de manera muy lenta. A partir de finales 2024 la administración Biden aceleró el paso. Las demandas contra las grandes tecnológicas son un hecho. El quietismo existente comenzó a desquebrajarse.
Ningún país del mundo puede sentirse ajeno a las incidencias actuales y futuras de la IA. Especialmente quienes detentan el poder político público. Los usuarios se sienten atraídos por sus avances. Igualmente, que la ciberdelincuencia. Las ofertas gratuitas les atraen de manera fruitiva. Son cautivados por su embrujo. Encandilados prueban las nuevas producciones. Su uso continúa incrementándose. Millones disfrutan de sus prodigios. Las voces discordantes, no importa su sapiencia, no bastan para que tomen distancia. Siguen empeñados en saborear sus maravillas, antes que atender los señalamientos de los entendidos. La tardanza de los gobiernos en abreviar el paso, ante invenciones señaladas como peligrosas, puede resultar contraproducente. Muy pocos atienden sus implicaciones negativas.
Desde hace 10 años, cuando empezamos a percatarnos de que las redes habían devenido en dispositivos plagados de odio, noticias falsas y exacerbación de las emociones, sin vislumbrar el terremoto que se nos avecinaba con OpenAI, creí necesario dar seguimiento a su comportamiento. Las alarmas se dispararon. Se entrometían de manera descarada en nuestra privacidad y polarizaban los ánimos. Me sumé al coro de quienes no transaban con sus desafueros. Con el avance geométrico del ChatGPT, se volvía imperioso ingresar a las filas de los que, sin desdeñar sus beneficios, evitamos librarles un cheque en blanco. Mis consideraciones vienen a ser el resultado de dos años continuos de seguimiento a la IA, especialmente a partir de diciembre de 2022, con el lanzamiento de ChatGPT. Eso ocurrió hace dos años. Hoy comienza a sentirse el desencanto. No por eso hay que bajar la guardia.
II.- Aumentan voces de alarma
Durante 2024 la situación se ha vuelto más compleja, un buen número de expertos renunció a seguir trabajando para OpenAI. A inicios de junio de 2024 nueve de sus empleados y exempleados expusieron en carta pública, que la empresa comandada por Sam Altman, no hacía lo suficiente para evitar que sus sistemas de IA se volvieran peligrosos. Estos especialistas suscriben la misma tesis de Jeoffrey Hinton, el geniecillo que se ganó con sus investigaciones entre el mundo científico, el apelativo de “padrino de la IA”. Fue el primero en desertar y advertir los graves inconvenientes que provoca su rápido desarrollo. Su renuncia al alto cargo en Google, obedeció entre otras razones, para tener la libertad de expresarse, sin sentirse atado a los intereses de la empresa. Una voz de primerísimo nivel.
A la par de estas renuncias, Jonathan Kanter, cabeza principal del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, anunció en la primera semana de junio, que su organismo examinaría con urgencia los vínculos del sector privado con la IA. El argumento fundamental es que lo hacen para evitar que el poder concentrado en esta tecnología, sea copado por unos cuantos milmillonarios. Un hecho más que evidente. El crecimiento de su poderío económico y el ascendiente político de sus dueños, viene en ascenso desde hace más de un decenio. Lo más sobresaliente de lo dicho por Kanter, fue haber afirmado la conveniencia de hacerlo ahora y no después. “A veces la intervención más significativa es cuando se realiza en tiempo real”. También para que su actuación pudiera ser menos invasiva. Con el ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos en enero de 2025 damos como un hecho de que la desregulación se convertirá en política de Estado.
La Comisión Federal de Comercio (CFC), convino actuar de manera concertada con el Departamento de Justicia. Decidieron dividir las acciones. El Departamento de Justicia es el encargado de investigar a Nvidia. La alta producción de semiconductores terminó ubicándola en el primer lugar, entre las empresas más poderosas del mundo. La CFC se reservó por su parte la evaluación y comportamiento de Microsoft y OpenAI. Paralelamente con la decisión de la CFC, los organismos reguladores de Reino Unido y la Unión Europea, están investigando los acuerdos millonarios de Google y Amazon con su rival Anthropic. En marzo Satya Nadella, la ejecutiva más visible de Microsoft en IA, decidió contratar a Mustafá Suleyman, dueño de la IA Inflection.
III.- La seguridad de OpenAI puede burlarse
Microsoft no solo pactó los servicios del dueño de Inflection, también contrató a 70 de sus empleados. Su nómina más relevante. Para quienes estudian estos movimientos, la contratación es una maniobra encaminada a eludir las leyes antimonopólicas y escapar a una investigación formal, como aseguran Camilla Hodgson y Michael Acton, miembros del equipo de Financial Times. Una de las cosas que subrayaron, fue la metamorfosis experimentada por OpenAI. Después de haber nacido como un laboratorio sin ánimo de lucro, repentinamente dio un salto prodigioso. Se transformó en una empresa a la que únicamente interesa obtener dinero contante y sonante. Gracias a su impulso Microsoft obtuvo ganancias extraordinarias durante el ejercicio fiscal 2023. Con la demanda en su contra se espera que el monopolio se vea desmontado.
Las empresas vinculadas con la IA poseen una fragilidad asombrosa. Su seguridad puede ser violentada fácilmente, algo que debe importar sobremanera a gobiernos, empresas y usuarios. Las personas renunciantes apuntan a esta zona porosa. Un joven desconocido llamado Walter, demostró lo fácil que resultaba burlar los cerrojos de OpenAI. Desbloqueó a Dan (Haz cualquier cosa ya, en inglés), una versión no oficial de ChatGPT. Como escribió Wanqing Zhang para BBC News, la particularidad principal de Dan es que puede pasar por encima de algunas regulaciones de seguridad y privacidad impuestas por OpenAI, la empresa que desarrolló este producto. Por ejemplo, “utilizar lenguaje sexual explícito e interactuar de forma más liberal con el usuario”, si este se lo solicitó.
IV.- Vivimos un momento límite
En sus 21 lecciones para el siglo XXI (Penguin Random House, 2018), en la lección número 18 dedicada a la Ciencia ficción, el israelí Yuval Noah Harari, lamenta que enfaticemos una guerra potencial entre robots y humanos, cuando lo que deberíamos “temer es un conflicto entre una pequeña élite de superhumanos empoderada con logaritmos y una enorme subclase de Homo sapiens despoderados”. En verdad que las dos cosas deberían causarnos perplejidad y desasosiego. En la guerra que se libra en Ucrania, ambos bandos se valen de la IA. Los rusos han recurrido a pequeños robots orugas con lanzagranadas automáticos y los ucranios utilizan vehículos terrestres no tripulados. No existe menor duda. El futuro llegó. Los plazos para el desarrollo potencial de la IA se acortan.
Richard Firth-Godbehere, uno de los más grandes especialistas en el ámbito de las emociones, navega por otros rumbos. OpenAI anunció el desembarco de una máquina con estas credenciales— sostiene en Homo Emoticus, (Penguin Random House, Sep. 2022), su minucioso recorrido por el mundo de las emociones, que el hecho de que las empresas puedan “crear una máquina capaz de experimentar emociones, no nos asegura tener una máquina que sienta como nosotros”. Para Firth-Godbehere, los desarrolladores de IA construyen máquinas que en el mejor de los casos reaccionan de manera simplista a estímulos básicos: la vista, el sonido y la presión. ¿Los renunciantes a OpenAI constataron que las máquinas van mucho más adelante? Su tesis es que la IA sobrepasará en pocos años a los humanos.
Los más encumbrados expertos insisten en demandar mayor transparencia y seguridad en el desarrollo de la IA, una apreciación que debe de estar arraigada en motivaciones profundas. No es gratuito que la mayoría de los renunciantes trabajara en el área de seguridad. Los temores expuestos por Hinton son idénticos. Algunos trabajaban a su lado. Los impulsores de la IA están a un paso de lograr la creación de una máquina capaz de superar la inteligencia humana. Algo aterrador. Por primera vez en la historia de la humanidad, siete u ocho reyezuelos de nueva estirpe, comandan esta empresa alucinatoria. Están plantados. Desoyen los llamados a la cordura. Con Elon Musk como miembro del séquito del nuevo presidente de Estados Unidos la situación se torna más compleja. Es un entusiasta promotor de la desregulación. Dado los nombramientos realizados por Trump se estima que tendrá cancha abierta.
V.- Una advertencia necesaria
Con la aceleración tecnológica nos deslizamos por un mar de incertidumbres. Ninguna invención supone que las empresas escalen la cima de manera permanente. La competencia envejece lo que antes había sido anunciado como una novedad. A lo largo de los últimos meses vimos cómo Microsoft se ubicó a la cabeza, como la empresa bursátil más valiosa del planeta. La urgencia de Estados Unidos de contar con suficientes microchips, lanzó a Dvidia al estrellato. Con la IA generativa los cambios son más vertiginosos. Con el apoyo de la IA Apple destronó a Dvidia. Estamos frente a una lucha encarnizada que continuará provocando cambios continuos por ocupar el primer lugar. Una estira y encoge al que debemos irnos acostumbrando. Un sube y baja que se prolongará por un buen tiempo.
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