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El ego falso y el ego verdadero
Dentro de los cánones de la Filosofía Yoga se preceptúa que: «El individuo que ha sido iniciado en esta bella enseñanza, debe rebanarle las aristas al cubo, para cultivar el ego verdadero y soslayar el ego falso aplicándole el ostracismo.
El ego en sí, es la primera persona del singular, el YO egoísta, que nos provoca una falsa autoestima.
El ego falso consiste en enorgullecernos de los logros conseguidos en el plano material, como la riqueza material, el poder y la "gloria"; los títulos académicos, los títulos nobiliarios, las medallas deportivas, los galardones, los campeonatos, los pergaminos, los premios, etc., para después volvernos engreídos, pedantes, arrogantes y petulantes; y darnos un baño de presunción de EGO FALSO diciendo: «Yo soy el rey, Yo soy el príncipe heredero, Yo soy la princesa heredera, Yo soy la reina, Yo soy bonita, Yo soy valiente, Yo soy el doctor, Yo soy el licenciado, Yo soy el ingeniero, Yo soy el master, Yo soy el jefe, Yo soy el campeón olímpico, Yo soy el premio nobel, Yo soy escritor, Yo soy músico, Yo soy el dueño, etc. Mi casa, mi carro, mi hijo, mi hacienda, mi mujer... 
Todas las adquisiciones que el hombre se agencia en el plano material, y que constituyen una soberana pérdida de tiempo, es lo que se conoce como el ego falso, que nos sube la autoestima y nos provoca una falsa presunción.
El ego verdadero está en las antípodas, en el plano espiritual, y cualquier cosa que hagamos por nuestro desarrollo espiritual y lo presumamos, eso es lo que se conoce como el ego verdadero.
Aquí les enumero algunas de las actividades que llevan a cabo los simpatizantes, iniciados ordinarios, bramacharys y sanyasis de las escuelas yóguicas de sabiduría:
- Acudir a los áshram (centros yóguicos)
 - Escuchar conferencias dictadas por los sabios Gurúes = Gu(tinieblas) rú(luz).
 - Aceptar la iniciación.
 - Usar la indumentaria en cada nivel del iniciado, recordando siempre que "el hábito no hace al monje"
 - Meditar con la ayuda de un mantra.
 - Lectura de los libros sagrados.
 - Llevar a cabo la ritualística espiritual ordinaria y extraordinaria que preceptúan los cánones yóguicos sagrados.
 - Adoptar el régimen de alimentación vegetariana vegana, etcétera...
 
El Yo que traemos a colación para patentizar nuestras prácticas y logros espirituales, es lo que se conoce como EGO VERDADERO.
Conclusión: Para robustecer nuestro ego (Yo) verdadero, debemos de neutralizar la ley de dualidad y conseguir la ecuanimidad, para que los halagos y los insultos no nos toquen.
Para conseguir la ecuanimidad debemos de refrenar los impulsos egoístas, ver con apatía los tesoros de la tierra.
Una vez que hayamos abrazado el ego verdadero, no vamos a esperar que nos feliciten, nos rindan pleitesía, no vamos a ansiar el honor, ni la adoración, vamos a desdeñar el culto a la personalidad y abrazaremos la humildad, la mansedumbre y la sencillez.
El ego falso es nocivo y el ego verdadero es la panacea para conseguir desarrollo espiritual.
Nota ilustrativa: la palabra ego se deriva del latín ego y significa Yo, y se refiere coloquialmente a un exceso de autoestima o a una visión inflada de uno mismo.
En el ego falso, todo es baladí, pamplinas, insustancial, bisutería e irreal.
Cuando vamos envejeciendo, el ego falso, como es vacío y sin sentido, se apaga, si no lo queremos creer, corroborémoslo con nuestro entorno. Y el ego verdadero, como está sustentado en la verdad absoluta, entre más envejece el practicante más se robustece, porque el hospedero va consiguiendo desarrollo espiritual, que es para lo único que hemos sido puestos aquí en la tierra.
Si nosotros fuéramos conscientes del objetivo único de la vida, nos horrorizaríamos por no haber cultivado el ego verdadero y estar en las postrimerías de la vida.


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