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226. Desconozco como se enteró de que vos y yo nos veíamos al caer la noche en el jardín de tus placeres. 227. Deseaba que fuese suyo cómo antes ella había sido mía. 228. Poseía la inteligencia del búho y la astucia de los zorros.
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Zinaída Serebriakova 1884-1967 |
229. El eco multiplicado de sus promesas llegaban hasta mí, sin que jamás hubiese cumplido alguna. 230. Caminamos juntos un buen trecho, hasta que la infidelidad asomó su rostro indefinido. 231. Jamás pude congeniar con la nostalgia a la que se entregaba cada vez que dirigía la mirada hacia atrás con ánimo de revivir viejos recuerdos. 232. Entre más insistían en que dejáramos de vernos, más unidos estábamos. |
Zinaída Serebriakova 1884-1967 |
233. En mero siglo XXI todavía existen personas que en cuestiones de amor se atienen únicamente a los dictados de raza, clase, religión y abolengo. Nosotros jamás comulgamos con esas tonterías. 234. Por más que vivieron juntos durante algunos años, las discordias por la forma en que ella practicaba el amor terminó separándolos. 235. Era una pura sangre. Durante un buen tiempo ensayó si podía convivir con un desarrapado, que le hacía alcanzar el cénit. Lo abandonó. El dinero terminó imponiéndose. |
Zinaída Serebriakova 1884-1967 |





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