jueves, 31 de octubre de 2024

Los inicios y los finales


Editar narrativa conlleva quizá el doble de esfuerzo que editar ensayos o poesía, sobre todo porque uno debe saber si el tipo de narrador usado por el autor es el apropiado para su cuento o novela, o si el texto mismo tiene la calidad literaria para que el éste sea llamado escritor.

Hablando de narrativa, entre las similitudes que pudiera tener la novela y el relato están los tipos de inicio y tipos de finales que harían que el texto funcione y cale en los lectores, por lo que elaboraré la lista de ambos.

Los tipos de inicio son tres: in prima res, in media res e in fina res.

El primero evoca al relato tradicional, que inicia por el principio y su linealidad va hasta el final.

El segundo requiere un mayor trabajo del autor, porque debe iniciarlo por en medio de la historia y luego volver a ese episodio con el que arrancó, y páginas o párrafos después llegar al final, ejemplo Cien años de soledad:

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

El tercero crea una vuelta de 360 grados, porque el autor decidió empezar por el final y el texto debe terminar ahí, lo que para algunos estudiosos llaman un texto circular, ejemplo de ello es Crónica de una muerte anunciada:

El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo.

Si se fijan, del primero hablé es que tiene cierta linealidad, caso contrario con el segundo y tercero, porque ya la historia se vuelve circular, ya sea porque inició de en medio de la historia y debe llegar ahí y seguir, o porque inició del final.

Los tipos de finales son cuatro: abiertos, cerrados, sorprendentes o sugeridos.

El primero deja la posibilidad de una continuación de la historia, lo que en novela sería crear una saga. 

El segundo es estilo clásico de los cuentos y novelas: termina donde debe terminar.

El tercero es lo que algunos teóricos llaman el final z: el lector no se esperaba que terminara de esa manera, a veces es propio de las novelas negras o de los cuentos de detectives.

El cuarto, que vendría a ser una derivación del primero, el autor deja el final menos apropiado para terminarlo, aunque su estilo conclusivo aguanta que el texto termine así.

Ahora bien, muchas veces pasa que los narradores, la mayoría noveles, creen que la forma con la que redactaron su texto (relato o novela) no debe ser ni cambiado ni sugerido, y es ahí el primer problema del editor: ¿cómo convencer al escritor de que haciéndole ciertos cambios a su texto mejoraría y lo haría más verosímil? Por ello, a veces es necesario este tipo de aclaraciones narratológicas, para que el escritor en ciernes conozca parte de la teoría que un editor domina y aplicará para mejorar su obra y que éste —como lector aventajado— es quien ha encontrado todas las costuras de su texto y desea que sean estas las que no observen los hipotéticos lectores que pueda tener la obra.

Por ahora hablamos de los tipos de inicio y tipos de finales, falta una centena de términos narratológicos, unos propios del tipo de narrador, otros propios del personaje, la descripción, el tipo de discurso, la tramas y las subtramas y así la lista se va extendiendo y un lector disfruta de una historia bien hilvanada y más si reconoce el trabajo literario que conllevó construir ese texto narrativo.




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Escritos en Nicaragua

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los finales abiertos son interesantes.Saludes.