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La casa privada y la casa común
Este capítulo es un alarido, que yo replico, de pocas personas con un rescoldo moral y espiritual, que elevamos al cielo, para salvar el planeta tierra, que lo tenemos en harapos, rasgado, lleno de jirones y andrajoso.
La Madre Naturaleza consta de 5 reinos, los cuales vamos a enumerar de los más burdos a los más sutiles : reino mineral, reino vegetal, reino animal, reino hominal y reino de los super hombres. Y el reino mineral consta de 5 elementos, los cuales son a saber: tierra, agua, fuego, aire y eter.
El ser humano es un híbrido, ya que está formado de materia y espíritu, y se mueve y actúa en ambos planos.
El plano material es muy peligroso por su naruraleza burda y hostil. Y el plano espiritual es salvador por su naturaleza sutil y Divina.
Mientras el ser humano no se cerciore que es un ser espiritual, que no ha nacido nunca ni puede morir jamás, siempre va a querer nadar en las aguas turbulentas, convulsas y embravecidas del plano material.
Cuando el ser humano está absorto en el plano material, todo lo quiere resolver con la materia y comienza a arrancarle a todos los reinos y elementos de la Madre Naturaleza, todo lo que puede hasta dejarla en harapos.
Como el ser humano no sabe que la tabla de salvación es el sendero espiritual, entonces se decanta por la materia; ya que él cree, dentro de su supina y crasa ignorancia, que la riqueza material lo va a salvar de la hecatombe kármica, mas no sabe, que entre más riqueza material acumule más se aleja de la salvación espiritual.
Preguntémonos: "Por qué el Señor Jesús nunca se agenció riqueza material? Porque él sabía que la salvación no estaba en la materia, sino en las cosas espirituales, tales como: su meditación en el Monte de los Olivos, en su discipulado, en el apostolado y en su cruzada evangélica.
Un Excelso Gurú aseveraba: Si leyendo libros nos volviéramos sabios, entonces todas las polillas son sabias. Y yo asevero: Si acumulando tierra vamos a ser salvos y libres espiritualmente entonces los armadillos ya son libres.
En las escuelas filosóficas de sabiduría, siempre los Gurúes nos hacen hincapié, en que el peor pecado que puede cometer un ser humano es ser ignorante. Decía sabiamente Sócrates, que: "La única carencia del ser humano es la sabiduría"; por algo el rey Salomón prefirió la sabiduría a la riqueza material.
El individuo por su ignorancia es quisquilloso, paranoico, tímido, cobarde y hasta depredador de la casa común, que es la Madre Naturaleza con sus 5 reinos y sus 5 elementos.
Este capítulo, sobre el cambio climático, se titula "La casa privada y la casa común".
En líneas anteriores decíamos que el ser humano busca la salvación, la felicidad, el contentamiento, la armonía, la paz interna y la seguridad de él y de su familia en la riqueza material, pero en los tesoros del cofre nunca va a encontrar nada fragante ni reconfortante.
El ser humano anda despistado por la vida, porque ha perdido el norte de la sabiduría que se encuentra en las enseñanzas de los egregios y excelsos Gurúes, en la biblioteca bíblica, en los libros sagrados de los Eternos Vedas, etc. y en el sutilísimo elemento éter.
El ser humano todo lo quiere resolver con la dizque panacea riqueza material, y para ello ha depredado a la Madre Naturaleza, hasta dejarla en un páramo.
El ser humano ha acabado o tiene en estertores todos los reinos y elementos de la Madre Naturaleza, buscando beber el elixir de la salvación espiritual y la vida eterna.
Si el ser humano supiera que su salvación está en las arenas de las antípodas del plano material, que es el plano espiritual, nuestro planeta con su Madre Naturaleza, sus reinos y sus elementos estarían incólumes, y el paraíso terrenal no sería una quimera, sería una tangible realidad, como en tiempos de los primeros inquilinos (Adán y Eva).
El ser humano es, hasta los tuétanos, absolutamente desconfiado, quisquilloso y celoso con la casa privada; capaz de matar si se la dañan, aunque sea, mínimamente. No obstante, la casa común no le importa quien la dañe.
El ser humano ha convertido el planeta en un terreno yermo, ensuciando el único inventario de agua potable que tiene para apagar su sed, contaminando el aire que ha de respirar, saturándolo con dióxido de carbono, que es el resultado de la combustión de petróleo fósil. Talando los árboles que le dan sombra, que le limpian el oxígeno, que le proveen el agua potable, que le proveen los frutos alimenticios; mata la fauna y se la come, que es la que mantiene el equilibrio ecológico a través de la cadena trófica.
El ser humano no sólo depreda el planeta para su subsistencia, sino que lo hace para amasar fortuna, dejando una terrible impronta que se traduce en cambio climático; que no es más que un corolario de desgracias eco sistémicas que han convertido al planeta en una casa común inhabitable por su hostilidad y peligrosidad.
En el año 2015, el Papa Francisco publicó la encíclica titulada: "Laudato Si", y en esta carta, el Papa pide la intercesión de Dios ante los hombres para que no sigan dañando la casa común que es el planeta tierra.
La encíclica "Laudato Si" es también una dramaturgia, donde a través de la figura retórica de la prosopopeya, los reinos y los elementos de la Madre Naturaleza hablan, gimen y se quejan de la agresión humana. ¡Bravo por el Papa Francisco!
En la encíclica, el Papa, de manera muy acertada asevera que el planeta no es solo de los que lo habitamos sino que también pertenece a las futuras generaciones aún no nacidas.
Mientras el ser humano no deponga su ignorancia, su ego y su ambición; las futuras generaciones no encontrarán un asidero confortable en nuestro planeta.
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