IV.- La historia del Homo sapiens y su cadena alimenticia
Anteriormente dijimos que basado en el conocimiento acumulado el sentido común toma como verdad que los cambios en la cadena alimenticia de los ecosistemas son el detonante de las adaptaciones evolutivas que las especies se ven obligadas a realizar para poder perpetuar la vida misma.
A continuación presentamos una versión de la historia del Homo sapiens a partir de los cambios que a lo largo del tiempo afectaron su cadena alimenticia.
de Cuadrúpedo a Bípedo
Regresemos otra vez a nuestro primate de hace veinticinco millones de años.
Este primate es un mamífero, descendiente de otro mamífero, cuadrúpedo también y que logró sobrevivir la extinción masiva de la hecatombe que causara hace sesenta y cinco millones de años el meteorito de Chicxulub y que en el transcurso de treinta y cinco millones de años se adaptó a vivir en las copas de los árboles. Sus garras se convirtieron en unas articulaciones prensiles que por comodidad llamaremos pies y manos. Los huesos de sus dientes nos indican que se alimentaba de frutas.
Bien, ahora a este cuadrúpedo lo vamos a hacer bípedo.
Hace unos veinticinco millones de años, el movimiento de las capas tectónicas empezó a formar lo que ahora se conoce como el Rift del Valle Africano. Este lento fenómeno geológico produciría serias modificaciones en el Ecosistema de África y, como resultado de ello, en la Cadena Alimenticia también, en consecuencia, todas las especies empezaron a adaptarse y con ellas nuestro primate.
Desconocemos que frutas comía pero el cambio en la Cadena Alimenticia lo obligó a buscar otro tipo de alimento y, en algún momento, algunos de ellos empezaron a experimentar con la carne cruda. Posiblemente, algunos se enfermaron, otros quizás hasta murieron, después de todo el sistema digestivo de un frugívoro no está hecho para metabolizar carne cruda. Pero también hubo otros ejemplares que sí sobrevivieron, el Homo sapiens es descendiente de los sobrevivientes.
La evidencia de este cambio en los hábitos alimenticios fue descubierta por la Dra. Anne Dambricourt Malassé [4], aunque, al momento en que escribo estas líneas, ella no tiene la más mínima sospecha de ello.
La Dra. Dambricourt descubrió que a lo largo de la evolución del Homo sapiens el hueso Esfenoides cambió de forma.
La Dra. Dambricourt descubrió que este hueso no siempre tuvo forma de cuña, descubrió que conforme adquiría esa forma los primates empezaron a caminar erguidos.
Lo que pasó fue que el esfenoides, al cambiar de la forma, modificó el centro de gravedad del cráneo y para este primate ya no le era cómodo permanecer en cuatro patas, es por eso que primero tuvo que erguirse, después, paulatinamente, empezó a desplazarse haciendo uso únicamente de sus extremidades posteriores, extremidades que eventualmente se convirtieron en extremidades inferiores.
La Dra. Dambricourt ha sido fuertemente criticada por la comunidad científica porque la hipótesis que ella planteó, del por qué este hueso se deformó, no está en concordancia con los principios darwinistas [5], es una larga historia en la que no ahondaremos.
Pero a pesar de lo anterior, la evidencia de la Dra. Dambricourt es irrefutable, existe una fuerte relación entre la forma del hueso esfenoides y el bipedismo. Lo que tenemos que hacer es responder un par de preguntas:- ¿Por qué cambió de forma el hueso esfenoides?
- ¿Qué factor exógeno fue el detonante que le dio a esta mutación tal significativa influencia en la evolución del Homo sapiens?
Bien, con la intención de conciliar el hallazgo de la Dra. Dambricourt con los principios darwinianos, formularé una hipótesis y, para ello, apelaré al fraile Wilhem von Ockham [6] y su conocida frase... "En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla tiende a ser la correcta"... y, en nuestra humilde opinión, consideramos que nuestra hipótesis es más sencilla que la de la Dra. Dambricourt.
Todo cráneo está compuesto de múltiples articulaciones que, aunque no lo crean, mecánicamente hablando, lo hacen muy similar a nuestras manos, brazos, piernas y pies. Resulta que cuando nuestra mandíbula inferior realiza el trabajo de masticar, diferentes fuerzas mecánicas actúan sobre todos los huesos del cráneo.
Nuestro primate evidentemente tenía que comer y debido a ello repitió la acción de masticar con tal frecuencia y consistencia que no vale la pena hacer números, simplemente si no comía se moría. Ahora bien, el esfuerzo mecánico del cráneo de este primate, al masticar una fruta, era pequeño, su cráneo estaba diseñado para eso, le bastaba dar un par de mordidas y la fruta estaba lista para ser no sólo tragada, sino que además digerida.
Sabemos que el Rift del Valle Africano empezó a surgir hace muchos millones de años y que por lo tanto las Cadenas Alimenticias de los Ecosistemas afectados tuvieron que adaptarse a dicho movimiento geológico. Es muy probable que debido a ello este primate haya tenido que experimentar con el consumo de carne cruda.
Pero el cráneo de él no estaba diseñado para masticar carne cruda. La carne cruda es sustancialmente más dura que cualquier fruta, además, se requiere de mucho trabajo llevarla a un estado en que no sólo se pueda tragar, sino que, además, llevarla a un estado que le permitiera, a su sistema digestivo frugívoro, metabolizarla.
Nuestro primate tuvo que masticar, y masticar, y masticar, ayúdenme a decir que tuvo que masticar mucho más fuerte y muchas más veces de lo que estaba acostumbrado. Pero lo tenía que hacer porque para él era un asunto de vida o muerte y, como es bien sabido, el instinto de conservación siempre elige vivir.
El consumo de carne cruda es, casualmente, lo que provocó que el hueso esfenoides de este primate cambiara de forma. Veamos como es el asunto.
Pues bien, como consecuencia de masticar carne cruda, el hueso esfenoides de este primate empezó a sufrir los efectos de lo que en Resistencia de Materiales se conoce como Fatiga y, para poder continuar comiendo carne cruda, era necesario hacer que este hueso fuera, no más resistente, sino que más apto para masticar carne, era necesario que cambiara de forma, era necesario que adquiriera la forma de cuña que en la actualidad posee el hueso esfenoides del Homo sapiens.
Los estudios de Resistencia de Materiales nos permiten elegir el material correcto, la disposición correcta de la estructura, la cantidad de piezas y el espesor de las piezas.
Para conocer la capacidad de una pieza para realizar un trabajo, esta es sometida a varias pruebas de esfuerzo que determinarán en que momento tiene lugar el fenómeno conocido como Fatiga. La Fatiga de un objeto ocurre cuando este es sometido, por determinado tiempo, a una acción de manera consistente, como resultado de la fatiga el objeto inicialmente se deforma y eventualmente se rompe.
El asunto es que, por cosas del azar, algunos de estos primates nacieron con un Defecto Genético, con una mutación, con la buena suerte para nosotros que dicho defecto le permitía, al esfenoides de estos ejemplares, soportar la fatiga de masticar carne cruda. Estos ejemplares, por ser ejemplares exitosos, pudieron transmitir la información de este defecto genético de generación en generación y, con el pasar de mucho, pero mucho, pero ayúdenme a decir muchísimo tiempo, el esfenoides defectuoso se convirtió en el hueso típico de una nueva especie, en el hueso esfenoides típico de un típico primate bípedo.
Casualmente, la Dra. Dambricourt descubrió lo del cambio del hueso esfenoides gracias a un tratamiento de ortodoncia usado para corregir, en infantes, cierto tipo de malformaciones dentales que se presentan con relativa frecuencia en las poblaciones del Homo sapiens de nuestros días.
Si nuestra hipótesis, de que una mutación exitosa del hueso esfenoides fue la que facilitó el consumo de carne, pues las malformaciones dentales que se presentan en estos días podrían ser dos cosas:- Un remanente genético del primate frugívoro que se resiste a desaparecer.
- Un indicador de que el hueso esfenoides aún no termina de adaptarse al consumo de carne.
En todo caso, ambas respuestas no entran en contradicción con nuestra explicación del por qué el hueso esfenoides cambio de forma, sino todo lo contrario, la refuerzan.
El consumo de carne trajo serias consecuencias en el desarrollo de este primate porque empezó a ingerir proteínas que no están presentes en las frutas. Empezó a ingerir albúminas, globulinas y el complejo B12. Por otro lado, la proteína de origen animal se hidroliza con mayor facilidad que la proteína de origen vegetal y, al final del día, el cuerpo las asimila con mayor facilidad. En la actualidad sabemos que el consumo de carne promueve el crecimiento y desarrollo de los músculos. Pero a todo eso hay que agregar una sustancia sumamente importante, el nunca bien ponderado Colesterol.
El consumo de carne promueve la producción de colesterol y todo el sistema nervioso, nuestro cerebro incluido, requiere de una enorme, pero ayúdenme a decir una enorme cantidad de colesterol.
Es así que, mientras se convertía en un bípedo, la masa muscular de nuestro primate aumentó, pero más rápido aún aumentó el tamaño de su cerebro y, con él, sus capacidades cognoscitivas.
Decíamos al inicio que desconocíamos si este primate formaba manadas o si eran individuos solitarios que de vez en cuando con algo de suerte se encontraban por ahí y lograban aparearse. Bueno, el consumo de carne hizo que esto también cambiara, ahora resultaba inevitable vivir en manadas.
No sabemos si fue un macho o una hembra quien empezó a consumir carne, pero es evidente que quien haya sido fue observado y que los otros ejemplares procedieron a imitarlo.
Ahora bien, ¿Por qué estos primates empezaron a consumir carne? Porque la carne no exige especialización, es decir que, independientemente de los cambios que sufriera el Ecosistema, siempre iban a poder contar con una fuente de alimento sumamente nutritiva, un alimento que comparativamente en pequeñas cantidades podía satisfacer sus necesidades. Después de todo, todo tiro es carne.
Pero, al final de cuentas, el metabolismo de estos primates terminó especializándose en digerir tanto vegetales como carne. Esta capacidad de digerir casi cualquier cosa nos convirtió en una especie sumamente versátil, capaz de sobrevivir, como especie, casi a cualquier tipo de desastres naturales y, como potenciales sobrevivientes, nos volvió capaces de adaptarnos más rápido a los cambios que periódicamente tienen lugar en la cadena alimenticia de nuestro ecosistema. Sin embargo, eso no es todo.
En un inicio el consumo de carne era totalmente contrario a la naturaleza frugívora de nuestro primate y, tanto la velocidad como la variabilidad de los cambios en el ecosistema eran tales que, no había tiempo para esperar que el consumo de carne se convirtiera en un hábito que formara parte de su código genético y es que, biológicamente hablando, las crías de los primates son las más débiles y las más dependientes de todos los mamíferos. Las crías tenían que aprender a comer carne, no sólo lo más rápido posible, sino que, además, en contra de sus propios instintos frugívoros, es por eso que las hembras se vieron obligadas a enseñar, a adiestrar, a entrenar y quizás hasta obligar a su descendencia en el consumo de carne cruda, al menos hasta que se convirtiera en un hábito tolerado por un nuevo código genético.
En otras palabras, el consumo de carne obligó a nuestro primate a caminar erguido, lo hizo físicamente más fuerte, le dio un cerebro más grande, capaz de enseñar y de aprender. La necesidad de enseñar y aprender es una actividad social y es con ella que inevitablemente nuestro primate tuvo obligatoriamente que formar manadas. De tal forma que, si antes había la posibilidad de que este primate fuera un ser solitario, veinte millones de años después tenía, inevitablemente, que ser un ser social. Lo convirtió en el género del Reino Animal con mayores probabilidades de sobrevivencia ante los cambios del ecosistema.
Con la necesidad de enseñar nació la primera división de tareas dentro de la manada, este fue el primer rudimento de lo que hoy llamamos sociedad. Sin embargo, no podemos afirmar que fue en ese momento surgieron las primeras castas y, mucho menos aún, las primeras clases. Ni siquiera podemos afirmar que debido a ello haya surgido una suerte de matriarcado.
de Carroñero a Cazador
En la actualidad, el Homo sapiens no es el único homínido que come carne, se ha observado que los chimpancés también lo hacen. Sin embargo, no sabemos si el consumo de carne de los chimpancés es un hábito que están abandonando o si es un hábito que están adquiriendo. Los gorilas, por ser herbívoros, deben consumir mucho para poder suplir la demanda energética de sus cuerpos, por lo tanto, la mayor parte de su vida está destinada a una tarea, la de comer.
En un inicio nuestro primate no podía cazar, no tenía la capacidad física para hacerlo, tampoco contaba con los medios para poderlo hacer, es por eso que inevitablemente sus primeras fuentes de carne debieron ser animales que murieron bajo diferentes circunstancias. Es muy posible que la fuente inicial de alimentos hayan sido los despojos de las víctimas de otros depredadores.
Recordemos que la descomposición inicia en el preciso instante en que un animal muere, es por eso que, en todo caso, la fuente inicial de carne de este homínido era carne con cierto grado de descomposición, pero no necesariamente putrefacta.
Ahora bien, el consumo de carne provocó un nuevo fenómeno, provocó un desbalance energético. Estamos hablando de un ser de sangre caliente, es decir que para moverse debe contar con cierta cantidad de calorías. Al aumentar la masa muscular la demanda energética aumentó y sólo podía ser compensada con más carne, pero al consumir más carne la masa muscular aumentó aún más y muy pronto nuestro bípedo empezó a escalar por una vertiginosa espiral ascendente.
Veintidós millones de años y medio después, el consumo de carne ya formaba parte del código genético de nuestro primate, que ya era bípedo y que estaba a punto de ingresar al género Homo. Pero tuvo lugar un fenómeno que para explicarlo usaremos el caso de los cohetes que viajan al espacio.
Si un cohete debe llevar 1 kg de carga útil necesitará 1 kg de combustible, pero entonces la carga total ahora es de 2 kg, por lo tanto, la necesidad de combustible es de 1.5 kg adicionales, entonces la carga total es de 3.5 kg, lo que supone que ahora la cantidad de combustible debe ser 1 kg adicional. El cálculo se repite hasta que finalmente se llega tal balance de carga y combustible que hace posible llegar hasta la órbita deseada.
Eso mismo pasó con nuestro homínido, el consumo de carne aumentó su masa muscular, ahora tenía que consumir más carne, pero al consumir más carne se volvía más grande y le resultaba más difícil conseguir la cantidad de carne necesaria para alcanzar su pleno desarrollo, tenía que encontrar una manera de que la cantidad de energía que consumía para conseguir carne fuera menor que la cantidad de energía de la carne que lograba ingerir.
No podía seguir comiendo las sobras que dejaban los otros depredadores, tenía que convertirse en uno.
Pero había un serio contratiempo. Desde el punto de vista fisiológico el género Homo se había adaptado al consumo de carne, pero morfológicamente no. Su cuerpo, sus manos, sus pies no eran los de un depredador, morfológicamente seguía siendo un frugívoro. Por suerte, la carne que lograba consumir, por ser un alimento más eficiente, le daba algo de tiempo libre a nuestro Homínido, no lo suficiente para compensar el desbalance energético, pero si para pensar, tenía que hacer algo para aumentar la cantidad de carne justo en el momento en que la necesitara y con el menor esfuerzo, tenía que ser eficiente. Entonces aprovechó ese tiempo libre para aprender a fabricar herramientas, pero más importante aún, lo aprovechó para enseñar a sus crías a fabricar estas herramientas.
En este momento, el género Homo había llegado a su límite biológico de adaptación, la especie había entrado a una zona de alto riesgo porque no podía conseguir suficiente alimento y, para poder preservarse, tuvo que adaptarse nuevamente.
Tuvo que Evolucionar Tecnológicamente y tuvo que Evolucionar Socialmente.
La actividad cerebral aumentó aún más la demanda de energía, pero la espiral ascendente de la demanda energética ya no era un problema. Además de lo anterior, hubo mutaciones exitosas que le adicionaron al cerebro funciones que antes no tenía, o que, si las tenían, no eran tan importante como lo eran ahora.
El cerebro había aumentado de tamaño, su diseño había cambiado, sus funciones se habían modificado y había que protegerlo, es por eso que el cráneo cambió de forma. La parte superior del cráneo adquirió la forma de un arco, un arco distribuye mejor las cargas mecánicas, las amortigua, de esa manera el cráneo se hizo más resistente a los golpes, golpes que podrían ser resultado de caídas o de riñas.
Fue riñendo que nuestro homínido bípedo entró por la puerta grande del género Homo, ahora si era todo un hombre, ya podía pelear y si podía pelear, pues también tenía la capacidad física y herramientas para cazar. El hombre tuvo que aprender a pelear porque ahora le tocaba a él proteger a sus presas de los carroñeros, también porque peleando él podría, de ser necesario, robarles sus presas a otros depredadores y, eso incluye, a otros hombres.
A nuestro primate le tomó veintidós millones de años convertirse en un omnívoro bípedo, pero le tomó tan sólo un millón de años adquirir la capacidad para convertirse en cazador.
Eventualmente, aprendió que lo mejor era comer a sus víctimas veinticuatro horas después de haberlos cazado, aprendió que la carne era más suave después del rigor mortis. Pero la carne no sólo se vuelve más suave después del rigor mortis, también se vuelve más digerible y, en consecuencia, nuestro hombre empezó a metabolizar la carne de una manera más eficiente, empezó a aprovechar mejor las proteínas, tanto desde el punto de vista energético como del punto de vista nutricional. Otra vez su masa corporal aumentó, también aumentó su estatura y el cerebro se hizo aún más grande.
Este asunto del rigor mortis también tiene implicaciones sociales. Ya no había necesidad de consumir in situ y de inmediato a las víctimas, además ahora podían ir más lejos a buscar presas más grandes, podían esperar un día y reunirse al final de la jornada para compartir el fruto de la cacería. El hombre ya no vivía en manadas, ahora vivía en campamentos. Seguía siendo nómada, pero había empezado a ser sedentario.
Ha llegado el momento de tocar un asunto sobre la morfología de los primates que hasta ahora carecía de importancia, me refiero al dimorfismo sexual. El dimorfismo sexual está presente en todas las especies de animales, usualmente el dimorfismo sexual tiene funciones destinadas al apareamiento, para que las hembras y los machos se puedan identificar desde cierta distancia.
En los primates el dimorfismo sexual consiste en una diferencia de tamaño entre los machos y las hembras, los machos tienen una estructura ósea más robusta, su masa muscular es mayor y por lo tanto son mucho más fuertes que las hembras. Esto no podía dejar de tener grandes consecuencias.
No dudamos que en un inicio toda la manada participaba en la cacería, pero para la cacería a Golpe de Piedra, por un asunto de la física, específicamente de la Ley de Inercia, los ejemplares más grandes y más pesados, es decir los machos, eventualmente fueron los más exitosos y, si algo ha caracterizado al hombre es la capacidad de resolver problemas a través de la eficiencia, es debido a ello que eventualmente tuvo lugar la segunda gran división de tareas.
Los hombres eran los cazadores y las mujeres se quedaban en el campamento. Pero además del asunto del dimorfismo sexual, había surgido el asunto de las crías, perdón, de los niños.
El período de gestación de las mujeres se hizo más prolongado, los bebés ahora eran más grandes, entre más larga es la gestación mayores probabilidades de fracaso. La cacería a golpe de piedra supone grandes riesgos, una mujer preñada no sólo es menos hábil físicamente, pero además pone en peligro, no sólo la descendencia inmediata, sino que también las futuras descendencias y, recordemos que el propósito de todo ser vivo es reproducirse porque es así como se perpetúa la existencia de la especie. Finalmente, veintidós millones y medio de años después, a los niños, no sólo les tomaba casi la mitad de su vida llegar ser aptos para reproducirse, sino que además para poder contribuir en la cacería.
Es por eso que las mujeres eventualmente se quedaron en el campamento, protegiendo sus embarazos, protegiendo y enseñando a sus hijos las artes de fabricación de herramientas, aprendiendo y enseñando a sanar heridas, a curar infecciones y enfermedades. Cuidando de los que lograban llegar a viejos. En aquellos días un hombre de cuarenta años era un anciano, después de todo la expectativa de vida de ese Hombre era idéntica a la del chimpancé y no superaba los treinta años.
A pesar de este gran avance social, aún no podemos afirmar que haya surgido un matriarcado o un patriarcado, tampoco podemos afirmar lo contrario. Lo único que podemos afirmar es que había campamentos muy rudimentarios, que los hombres se dedicaban a la caza y las mujeres a cuidar del campamento y los niños. Posiblemente, los cazadores tenían un líder y posiblemente las mujeres también.
Un millón de años después, el hombre ya tenía dominio sobre el fuego, por lo tanto, ya para esa época debía conocer la carne chamuscada, la cual no necesariamente es más agradable que la carne cruda, pero si más suave. Nuestro Hombre empezó a preferir la carne chamuscada porque era más fácil de morder y de masticar. Pero esto también trajo grandes consecuencias.
La carne chamuscada no es otra cosa que proteína desnaturalizada, la cual se metaboliza mucho mejor y más rápido que la carne cruda, por lo tanto, las proteínas fueron utilizadas de una manera aún más eficiente. El Hombre se volvió aún más fuerte y más alto, además de eso, nuestro cerebro se estaba convirtiendo en el cohete Saturno V que nos iba a llevar a la Luna.
Por otro lado, el humo debió permitir curtir el cuero de las presas y es posible que empezaran a hacer, quizás no atuendos, pero si bolsos que les permitiera cargar sus armas, hierbas medicinales y hasta agua.
El uso del cuero creó las condiciones para formar campamentos más estables, llevar una vida más sedentaria y formar una tribu.
Las tribus si poseen ya una estructura social jerárquica, es decir que debía haber un cacique al cual todos los demás miembros obedecían. Podemos inferir, por las capacidades cognoscitivas de este hombre, que las principales características de este cacique eran su fortaleza y habilidades físicas, después de todo la cacería aún era a golpe de piedra.
No podemos afirmar que en ese momento haya surgido el patriarcado porque desconocemos como era transferido el cacicazgo de una generación a otra, es más, este hombre aún no tenía la habilidad de hablar, de transmitir ideas de manera oral, en consecuencia, lo más probable es que la transferencia del liderazgo fuera un asunto de competencia en donde un joven desplaza a un hombre de mayor edad a través de una pelea, una pelea que no necesariamente debía ser a muerte, después de todo cada hombre no sólo es necesario, sino que además es bienvenido a la hora de cazar a golpe de piedra.
Una de las consecuencias de la vida semisedentaria es el aumento de la población, entonces, eventualmente, el área aledaña al campamento dejó de ser lo suficientemente generosa y la disponibilidad de alimento se redujo. Para conseguir más alimento optaron por aventurarse en regiones cada vez más lejanas, pero no era una solución eficiente porque la carne se descompone rápidamente, entonces se dividieron en grupos y empezaron a establecer campamentos temporales. Estos campamentos temporales se fueron alejando cada vez más y al cabo de un tiempo la tribu se terminó convirtiendo en un clan compuesto por varias tribus. Más tarde algunas tribus se alejaron demasiado hasta perder contacto con el clan y fue así como iniciaron las grandes migraciones del género de los Homo.
La estatura siguió aumentando, el cerebro también, pero ahora también la garganta se fue adaptando para producir sonidos que pudieran transmitir el tipo de información que los gestos, las manos y los gruñidos no podían transmitir. Nuestro Hombre aprendió a hablar.
La capacidad de transmitir ideas de manera oral inicialmente era sumamente rudimentaria y nuestro Hombre siguió haciendo gestos y muecas, pero la necesidad de transmitir la mayor cantidad de información posible, de la mejor manera, provocó que empezara a hacer trazos en el piso, después en las piedras y en las paredes de las cavernas.
No practicaban el canibalismo porque la evidencia ósea no muestra rastros de ello, por el contrario, todo hace indicar que enterraban a sus muertos.
Gracias a la capacidad de transmitir información fue que la tribu pudo aprender almacenar sus recuerdos, recuerdos que podían transmitir de manera oral, de generación en generación. La capacidad de almacenar y transmitir recuerdos creó las condiciones para que surgieran sabios, los sabios eran aquellos que tenían la mejor memoria y las mejores habilidades para transmitir los recuerdos, pero para ser sabio había que sobrevivir, había que envejecer.
Todos estos procesos sociales, la fabricación de herramientas, la fabricación de bolsos de cuero, el almacenamiento y transmisión de los recuerdos, la selección de hierbas medicinales, fueron haciendo que las habilidades de los individuos se diversificaran y con ellas la División de las Tareas. Entonces empezó la especialización interna dentro de los miembros de la tribu, especialización que eventualmente se empezó a transmitir de generación en generación. Esta habilidad de transmitir habilidades especializadas empezó a influir en la Selección Natural, es decir, en la forma en que estas gentes se apareaban.
Durante varios miles de años dos especies de Hombres compartieron el planeta, pero hace unos cuarenta mil años que el Homo sapiens quedó solo. No es nuestro propósito buscar las causas de esto porque es irrelevante para el propósito de este trabajo.
de Cazador a Granjero
Durante veinticinco mil años el Homo sapiens estuvo disperso por todo el planeta, eran pequeñas comunidades aisladas y muy distantes entre sí, pero eso iba a cambiar en el transcurso de los próximos cinco mil años.
Desde el punto de vista biológico el Homo sapiens había llegado, no a un límite, sino que, a un nuevo nivel, iba a dejar de depender del Ecosistema porque sus capacidades cognoscitivas le permitieron aprender a modificar el Ecosistema, lo volvieron artificial.
Cuando aprendieron a domesticar a los animales la cacería dejó de ser su principal actividad, ya no dependían de ella para obtener carne. Había nacido la Ganadería. Estas gentes tuvieron que aprender a domesticar a las plantas para poder alimentar a los animales domesticados. Pero al hacerlo también empezaron a consumir los frutos de las plantas que lograron domesticar. Había nacido la Agricultura. El fuego les ayudó a fabricar vasijas de barro, la fabricación de las vasijas de barro contribuyó a que descubrieran los primeros metales, los metales más blandos, los que son conocidos como metales maleables: el cobre, el oro, la plata y el estaño.
La agricultura provocó que la mezcla del consumo Carne/Vegetales cambiara, como consecuencia de un mayor consumo de proteína de origen vegetal el volumen del cerebro se redujo un poco.
El nivel de desarrollo que hemos adquirido nos permite concluir que esta reducción del tamaño del cerebro no ha afectado nuestras capacidades cognoscitivas, bueno, al menos hasta este momento.
La alfarería, la ganadería, la agricultura y la siderurgia provocaron que los campamentos fueran aún más sedentarios. Los campamentos ya no eran temporales, eran campamentos permanentes porque ya no había necesidad de salir por ahí a buscar la comida, el Hombre ya podía producir sus alimentos sin necesidad de cambiar de ubicación geográfica. El Homo sapiens había dejado de ser nómada. Otra vez, todos estos avances provocaron una mayor diversificación de actividades, esta diversificación de actividades hizo que la especialización de los individuos se fuera acentuando aún más.
Toda esta diversificación cambió totalmente la Selección Natural, los criterios de apareamiento se volvieron más complejos, las habilidades y capacidades empezaron a valorarse más que la fortaleza. A pesar de ello, cada familia producía sus propios alimentos, era una suerte de economía de autoconsumo y es por eso que la estructura de la comunidad era bastante horizontal.
La vida sedentaria y la capacidad de producir sus alimentos, provocaron una explosión demográfica y fue entonces cuando todo se empezó a complicar. Eventualmente, algunos empezaron a padecer de hambre y se vieron obligados, en el mejor de los casos, a hacer alguna labor a cambio de comida y, en el peor de los casos, a robar, con todas las consecuencias que esto trae. Había nacido la propiedad privada.
Ahora bien, el desarrollo de estas nuevas habilidades y actividades no fue un proceso homogéneo, no se desarrollaron a la misma velocidad, el medio geográfico estableció límites que para algunos fue imposible de superar. Para que nos demos una idea de las limitaciones que el medio geográfico establece, sólo debemos recordar que, a la llegada de los españoles al continente americano, los aborígenes desconocían la ganadería, mientras que en el resto del mundo se venía practicando desde hace unos doce mil años.
Estas limitaciones geográficas hicieron que hubiese comunidades más prósperas que otras. Algunos pobladores de las comunidades menos prósperas tomaron la decisión de buscar un sitio en donde mejorar su calidad de vida e inevitablemente se toparon con las otras comunidades que estaban dispersas por ahí y que les eran desconocidas.
Estas migraciones, y lo heterogéneo que resultó ser el desarrollo, dio paso a que surgiera el Trueque. Había nacido el comercio y con él, las matemáticas. Pero el trueque es sumamente ineficiente porque implica que ambas partes deben encontrar un valor equivalente para poder llegar a un acuerdo, era necesario “algo” que pudiera servir como medio de intercambio y fue así que el Hombre del Neolítico inventó el Dinero.
Ya para esta época había ciudades, rústicas, pero ciudades al fin, la comunidad aún tenía una estructura horizontal. El comercio trajo desavenencias que eran acrecentadas por períodos de escasez que inevitablemente surgían por contratiempos climáticos. Entonces, en determinado momento, alguien tomó la audaz decisión de solucionar el problema de la escasez apoderándose por la fuerza de una ciudad, de sus tierras, de su ganado, de sus granos y de todo aquello que tuviera algún valor. Había nacido la Guerra.
Al nacer la guerra nacieron los enemigos y había que proteger las ciudades, cierta cantidad de individuos tuvieron que abandonar las actividades productivas para proteger las aldeas, pero a los soldados había que alimentarlos, entonces los productores, a cambio de seguridad, empezaron a rendir tributos. Pero alimentar a una población que no produce requiere de una mayor eficiencia en la producción y esta eficiencia se logró gracias a una mayor especialización, nacieron los oficios y una especie de industria de bienes que poco a poco se fueron tornando indispensables. Los carpinteros, albañiles y artesanos que tampoco producían alimentos, debían intercambiar sus productos por comida y el problema otra vez fue el valor que a cada cosa se debía asignar para que las partes quedaran satisfechas del intercambio, hubo necesidad de un árbitro y ¿qué mejor árbitro que aquel que dirige al ejército? Habían nacido las castas, los Caciques y el primer rudimento del Estado.
de Granjero a Ingeniero
Todos estos avances del Homo sapiens son el resultado del accionar de las fuerzas de la Selección Natural, las cuales son muy similares a los campos gravitacionales que configuran las trayectorias de las naves espaciales, con la diferencia de que en el caso de la evolución nadie conoce a priori la ruta que va a seguir la especie. Pero lo más importante es que los avances relacionados con su potencial cognoscitivo tienen carácter acumulativo, es decir que, cuando tienen lugar, son incorporados simbióticamente a la especie.
La habilidad del Homo sapiens de Organizarse, de Acumular, Clasificar y Transmitir el Conocimiento, la habilidad de darle un uso práctico dicho conocimiento, creó hábitos personales. Los hábitos personales que son compartidos con otros individuos se vuelven costumbres, una costumbre que se transmite de generación en generación da paso a las tradiciones y un conjunto de tradiciones conforman una cultura.
La incorporación del aspecto cultural hizo que las probabilidades de sobrevivencia comparativa de los individuos fuera de la comunidad resultaran ser sumamente bajas, de ahora en adelante para sobrevivir era obligatoriamente necesario pertenecer a una comunidad.
Durante mucho tiempo se consideró a la invención de la rueda como la pieza tecnológica que resultó ser la clave del éxito de nuestra civilización, pero dicho evento está sobrevalorado.
La auténtica clave del éxito fue la invención de la Escritura. La escritura permitió que surgiera una memoria física del conocimiento, esta memoria física permitió acumular y transmitir el conocimiento de generación en generación de una manera más eficiente, con la capacidad de ser revisado y corregido a través del tiempo.
De tal manera que durante doce mil años nuestro granjero no sólo se dedicó a cumplir la Misión Biológica de reproducirse, sino que también a la tarea de acumular Conocimientos.
Para efectos prácticos las primeras computadoras fueron aquellas tablillas de barro que sirvieron para almacenar, organizar y clasificar el conocimiento. Es más, es muy fácil imaginar que los Diez Mandamientos pudieron haber sido escritos en tablillas de barro, después de todo el barro fraguado es tan duro como una piedra, pero lo suficientemente frágil como para romperse si alguien las lanza contra el piso en un momento de ira.
La habilidad de conformar, preservar y crecer dentro de un medio cultural, hizo del Homo sapiens una especie sumamente exitosa. La Selección Natural premia a las especies que son sumamente exitosas permitiéndole que su población crezca exponencialmente, después de todo el objetivo de la Selección Natural es la preservación de la especie a través de la procreación y el Homo sapiens no es la excepción.
La población de nuestro granjero empezó a crecer exponencialmente y cada vez le era más complejo satisfacer las necesidades de las comunidades, necesidades que poco a poco se fueron alejando de la mera alimentación. El aumento de la población y la diversificación de las necesidades lo obligaron a ser cada vez más eficiente, los miembros de la comunidad se fueron especializando en ciertas habilidades con el único propósito de encontrar la manera que pudieran hacer que las labores físicas, no sólo fueran menos exigentes, sino que además tenían que encontrar la manera de aumentar la productividad de su trabajo.
Fue así que hace tan sólo unos trescientos años empezó a fabricar artefactos que le permitieron transmitir la energía cinética de las cosas, que le permitieron convertir la energía química potencial en energía cinética, que le permitieron acumular energía térmica. Nuestro Granjero se había convertido en Ingeniero.
Nuestro ingeniero más tarde aprendió a Generar y a Acumular Electricidad, a iluminarse con ella, a convertirla en energía cinética. Era cuestión de tiempo que aprendiera a volar y que empezara explorar el cosmos, ya no a través de telescopios, sino con su presencia física.
Pero, ¿Qué he hecho? Todo lo escrito en estas últimas páginas fue una descripción al mejor estilo newtoniano.
Bien, en el próximo capítulo me veré obligado a contar las misma historia desde el punto de vista de la Selección Natural.
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