III.- La lucha de clases - un falso positivo
El concepto marxista de lucha de clases es resultado del postulado de la unidad y lucha de contrarios del materialismo dialéctico y del planteamiento del materialismo histórico de que todas las relaciones y actividades humanas son una función de la actividad productiva de la humanidad. Sobre ambas cosmovisiones ya expresamos nuestro desacuerdo en los capítulos anteriores.
Para tener una total dimensión de esta inconsistencia conceptual del marxismo leninismo tendremos que compararlo con lo que en la ciencia experimental se conoce como un falso positivo, es decir, algo que parece verdadero pero que no lo es.
Ahora bien, sabemos que la sociedad tiene cierta estructura de naturaleza jerárquica y, a pesar de que el concepto de lucha de clases es un falso positivo, sería aún más grave negar la existencia de clases sociales.
Según la teoría marxista la estructura de la sociedad depende del cómo está organizada la producción de los bienes, lo cual conduce a la distribución desigual de la riqueza y que esto último es la causa de la lucha de clases.
El sentido común contemporáneo, producto del conocimiento acumulado, nos muestra que las relaciones entre las clases sociales es algo sumamente complejo. En algunas ocasiones serán relaciones conflictivas y de violencia social, pero también en otras serán de entendimiento y colaboración, es debido a ello que estamos haciendo un esfuerzo por presentar una visión alterna a la marxismo leninismo.
Un ejemplo de las relaciones de colaboración exitosas son los procesos de concertación socialdemócrata europea. La concertación es un proceso de toma de decisiones basado en acuerdos entre el estado, empresarios y sindicatos. Se trata de un proceso que obliga al gobierno a asumir el compromiso de adoptar ciertas políticas públicas en correspondencia con los objetivos sociales y económicos planteados por los participantes. En el caso europeo, el tema central durante los años 90 fue la reforma de la seguridad social, la determinación de un nivel salarial compatible con la competitividad económica y la estabilidad monetaria. Hasta la fecha, a trancas y barrancas, las concertaciones socialdemócratas han sido más que exitosas, no son perfectas, pero han demostrado que las relaciones de cooperación son más eficientes que la propuesta de lucha de clases del marxismo.
A parte del aspecto filosófico, la principal inconsistencia conceptual del marxismo leninismo fue suponer que la propiedad comunal eliminaría las relaciones clasistas entre los individuos. Ciento cincuenta años después, la experiencia histórica nos ha mostrado que eso no ha ocurrido y que nunca ocurrirá.
Sucede que la sociedad se comporta como si fuera un organismo vivo y, como tal, posee una suerte de instinto de conservación y, como su estructura clasista forma parte de su ser, pues, independientemente de las voluntades de los individuos, la sociedad siempre terminará organizándose a través de una estructura jerárquica, a través de una estructura clasista.
Para explicar este fenómeno recurriré a lo que ocurre con algunas especies de peces. Si una población de tilapias queda sin hembras, pues en un breve período de tiempo algunos de los machos sufrirán una metamorfosis y se transformarán en hembras, de igual manera, si una población de tilapias queda sin machos, pues algunas hembras se tornarán en machos. La sociedad no es muy diferente.
El llamado al apareamiento es lo que impulsa la preservación de nuestra especie, está en nuestro código genético. Pues bien, con la sociedad ocurre algo muy parecido, ella constantemente está recibiendo el llamado a preservarse y, es así que a ella le resulte obligatorio encontrar la manera de que las cosas sigan funcionando y, si a lo largo de millones de años, la estructura clasista ha funcionado, pues, nos guste o no, la sociedad la va a seguir promoviendo. Conformar clases sociales es un comportamiento que forma parte del código genético de la sociedad.
Es por eso que, apesar de que a lo largo de la historia de la humanidad ha habido movimientos sociales que promovieron la propiedad comunal, al final de cada uno de esos procesos comunitarios la sociedad siempre terminó estructurándose jerárquicamente y, al surgir jerarquías, inevitablemente surgirán, primero, castas y más tarde, conforme la sociedad se vuelva más compleja, clases sociales.
Aceptar este tipo de conclusiones a veces resulta cínicamente doloroso, el asunto es que el conocimiento y la toma de consciencia sobre la desigual distribución del bienestar nos ha llevado a crear utopías, sociedades en donde tiene lugar una perfecta distribución de la riqueza, pero, hasta la fecha, el llamado de la naturaleza ha sido más fuerte que el conocimiento, que la toma de conciencia y las voluntades humanas.
Por ejemplo, los primeros cristianos practicaban la propiedad comunitaria y la sociedad de aquellos días tenía una estructura bastante horizontal, sin embargo, eventualmente, surgió una estructura jerárquica que finalmente convirtió a las comunas en feudos.
Igual ocurrió con el socialismo marxista leninista en el siglo XX. Se suponía que, si el estado era el dueño de los medios de producción, la riqueza se distribuiría mejor y que no habría ni ricos ni pobres. Sin embargo, dicha sociedad desde un inicio tuvo una férrea estructura jerárquica y, como consecuencia de ello, surgió una élite, la Nomenclatura.
En el socialismo la Nomenclatura no es más que una estructura social de castas y es por eso que el bienestar terminó distribuyéndose en correspondencia a dicha estructura social. Las castas altas poseían mayores oportunidades y mejores beneficios materiales que las castas bajas.
Hay que reconocer que al inicio el contraste entre las castas de la Nomenclatura no era muy visible, pero conforme dicha sociedad fue recorriendo su curva de maduración, los contrastes terminaron siendo más que notorios. De hecho, conceptualmente hablando, el socialismo resultó ser una suerte de sociedad feudal.
Bueno, pero si no hay lucha de clases, ¿Por qué es que periódicamente tienen lugar eventos de violencia social?, entonces, ¿Qué es lo que ocurre?
Bien, no sabemos si nuestro primate de hace veinticinco millones de años era un ser solitario que deambulaba por ahí con la esperanza de tener suerte y aparearse, pero si sabemos que el Homo sapiens es un ser social, su vida transcurre dentro de una manada a la cual nosotros elegantemente llamamos sociedad. El objetivo de la sociedad es preservar tal status quo que facilite la conservación de la especie. Ahora bien, la sociedad es en sí un ecosistema, es nuestro ecosistema y, como tal, se comporta como un ser vivo y, como todo ser vivo, puede gozar de salud, pero también puede enfermarse. Además de lo anterior, inevitablemente madura, envejece y, cuando está a punto de sucumbir, muta. Esta mutación es lo que le permite a la sociedad renacer como el Ave Fénix y volver a transitar un nuevo ciclo de vida. En pocas palabras, en dependencia de la influencia de una infinidad de factores, la sociedad puede, conceptualmente, evolucionar, pero también puede involucionar.
Si tomamos lo anterior como verdad, entonces la lucha de clases es tan sólo un síntoma de que quizás algo en la sociedad dejó de funcionar, pero, en todo caso, la lucha de clases no es el motor que mueve los engranajes de la evolución de la sociedad, a lo sumo, en algunas ocasiones, será una suerte de embrague que hace cambiar el funcionamiento de una caja de velocidades de un vehículo automotor y, como consecuencia de ese cambio, el vehículo podría ir más rápido, más lento y, a veces, hasta en reversa.
El colapso de la Unión Soviética no fue resultado de la lucha de clases, sino consecuencia de circunstancias históricas de un modelo de desarrollo social que luchaba por mejorar pero que, debido a un error de cálculo de la clase política, en 1991 Rusia pasó de un férreo socialismo a un extremadamente competitivo capitalismo. La cosa es que, mal que bien, en la actualidad los rusos podrán añorar con nostalgia algunas de las bondades de la era soviética, pero una abrumadora mayoría, comunistas incluidos, considera que sería totalmente fuera de todo juicio regresar a dicho modelo de desarrollo.
El colapso de la Unión Soviética no fue resultado de la lucha de clases, sino consecuencia de circunstancias históricas de un modelo de desarrollo social que luchaba por mejorar pero que, debido a un error de cálculo de la clase política, en 1991 Rusia pasó de un férreo socialismo a un extremadamente competitivo capitalismo. La cosa es que, mal que bien, en la actualidad los rusos podrán añorar con nostalgia algunas de las bondades de la era soviética, pero una abrumadora mayoría, comunistas incluidos, considera que sería totalmente fuera de todo juicio regresar a dicho modelo de desarrollo.
En contraste con lo ocurrido en Rusia está la experiencia de China. El milagro económico chino no ha sido resultado de la lucha de clases, sino de la colaboración financiera y tecnológica que el país recibiera por parte de Corea del Sur, Hong Kong y Singapur a partir de los 80's, colaboración que se profundizó en los 90's y que culminó con la inclusión de China en la Organización Mundial de Comercio en el año 2000. De ahí en adelante la historia no ha sido muy diferente y los conflictos comerciales en los que China se ha visto involucrada están muy lejos del concepto de lucha de clases porque se trata más bien de desavenencias entre socios.
Sobre este tema, mi hipótesis alterna es que la violencia social y la guerra no es lo que impulsa el desarrollo, pero no sólo eso, sino que además, la violencia social y la guerra más que más que un problema son un síntoma de que algo en la sociedad dejó de funcionar.
Resulta obvio que el objetivo de toda concertación será el de identificar aquello que dejó de funcionar y encontrar la manera de hacer que vuelva a funcionar. También es obvio que el éxito de toda concertación transita a través de compromisos y de su cumplimiento.
Y bien, para fundamentar mi hipótesis, en los próximos capítulos me veré obligado a divagar un poco sobre la historia del Homo sapiens, razonaré sobre el nacimiento de la sociedad y de los cambios que han tenido lugar en ella a lo largo de los últimos veinticinco millones de años.


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