Preparando la expedición Desde hace meses el tema sobrevuela tu techo como un buitre que ha olfateado carroña pero nadie se atreve a gritarle para que se espante. Lo conversan a solas al acostarse valorando los pros y los contras discutiendo cómo avanza la crisis lamentando el desgaste diario la tristeza que cruza el rostro de los niños. Los padres no preguntan sólo vuelven la mirada como buscando algo que no han perdido. Los amigos al saber de tu posible viaje se van separando en dos legiones los que te apoyan sin aplaudir y los que te saludan a la distancia como si ya te hubieras ido nadie se quiere contagiar. Todo acompañado de la tensa búsqueda de dinero mediante la venta de los enseres y de los sueños asociados operación iniciada con los muebles de la sala y terminada con los juguetes para asombro y dolor de los niños. Traidor Cuando emigras casi todos se sienten traicionados los hermanos los amigos la novia porque a todos les mutilas el futuro. Cerrando el círculo Después de muchos años haciendo crecer a los suyos en tierra extranjera la nostalgia muerde en los reblandecidos huesos y unos regresan de Los Ángeles a León porque el olor del nacatamal de Sutiava no les llega en las mañanas de domingo a las inmediaciones de Beverly Hill. Otros van de vuelta de Miami a Camagüey porque el antojo de una ropa vieja con boniato no se satisface totalmente en ningún lugar de la Florida. Hay quien regresa desde Boston, desafiando a las maras para hacerse la boca una vez más con el sabor a terruño de una pupusa en Ilopango. Algunos hacen el último viaje de Bilbao a Riobamba para morir viendo la Cordillera. Lo que los hace regresar es el temor a que salir del mundo por una puerta no natural les impida llegar a su destino, regresan en busca de la parte que cuando decidieron irse se quedó allí. |
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Disponible en: y Librería Macondo (León, Nicaragua) |
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