Escritos en Nicaragua presenta a |
Sin Paredes (a Floydian Confessional) La pared está hecha de secretos, ansiedades que se ahogan en el aire y que nos impiden disfrutar lo más agradable de las auténticas y frescas brisas de la tarde, en ella se esconden los futuros de los nacidos, de los que aún no han nacido y de los que no nacerán. Cada bloque es un secreto, cada secreto, un temor, un dolor, una desilusión sujetada por una camisa de fuerza reforzada con las terribles amarras de la frustración. ¡Quiero vivir fuera de la Pared! y por ello… Confieso que tu delito fue obedecerme, el mío, cumplir con mi deber, a vos te mataron, a mí no, y me duele… y me sufro ¡y sufro mi sufrir! Cada gota de tu inocente sangre está mis manos, y no las oculto, ni me las lavo, al fin y al cabo que el enjuiciado soy yo. Confieso que soy malcriado y soy malcriado porque no me callo y si me quieren hacer callar, pues... han de saber que... ¡QUÉ YO HABLO MAS ALTO! y más alto hablo cuando hablo bajo y hablo más alto aun cuando a veces simplemente me quedo callado. Confieso que me gusta comer con tenedor y cuchillo, con cuchara y con las manos, según sea la ocasión. Confieso que me gustan las mujeres y si cantan… me trastornan, y las enamoro con mi guitarra y las deseo… y las quiero tocar, y si me dicen si ¡Pues las toco de verdad! Y si me dicen no… les cantaré un Romance rojo, blanco, gitano o instrumental. Confieso que soy heterosexual con una fuerte tendencia a la homofobia a causa de la estupidez del Wokismo. Confieso que tengo amigos LGBT. Confieso que soy un pordiosero que de la miel hace vino, vinagre, cerveza y brandy, un empresario temerariamente endeudado, un idiota que traduce canciones y dizque escribe poemas, algunas veces de amor y otras de cualquier pendejada. Confieso que me vuelvo loco cuando Einstein me saca la lengua porque sólo un loco lo puede entender. Cuando busco algo lo suelo encontrar, es entonces que hago coro con Arquímedes y lleno de maniaca euforia grito ¡EUREKA!… ¡EUREKA!… ¡EUREKA! y grito ¡EUREKA! como se debe gritar, a media calle, desnudo y lleno de felicidad. Confieso que Galileo habita en mi cabeza, y que muy a pesar del eterno movimiento y la constante universal de gravitación, es el Cristo Crucificado el que en silencio habita en mi palpitante, y muy terrenal, corazón. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario