martes, 16 de septiembre de 2025

Las comas que casi siempre olvidamos colocar

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Las comas que casi siempre olvidamos colocar

¿Cuál de los olvidos de comas creen que sean más fáciles de perdonar?, ¿la coma después que una oración inicia con algún tipo complemento circunstancial? ¿o la coma vocativa? Es posible que en los dos casos hemos salido ponchados y después de leer este artículo notemos cómo saltarán a la vista en nuestros textos narrativos.

Pero, ¿cuál es la coma vocativa?, ¿cómo podemos darnos cuenta que después de un complemento circunstancial? Empecemos con el primer caso: esta coma se usa en su mayoría para un saludo o despedida con un interlocutor, y se hace para llamarlo, saludarlo o dirigirse a él en los diálogos escritos tales como «¡Buenos días, maestra!», «adiós, Leonor», «hola, arquitecto», «gracias, don Ramón». Aquí veremos otros ejemplos de otros diálogos que llevan coma vocativa.

Ejemplos uno:
—Veinte pesos diario, jefe.
(Los monos de San Telmo, Lizandro Chávez Alfaro).

Ejemplo dos:
«Ofelia, date prisa, que han matado a tu marido».
(La ironía, Nicasio Urbina).

Ejemplo tres:
—Don José, el niño está mal.
(El gato, Juan Aburto)

Ejemplo cuatro:
—Mire, déjeme en la esquina. ¿Cuánto le debo? —y con rapidez sacó de su bolsillo su desteñida cartera.
—¿Deberme, camarada? Mi carro se honra llevándolo.
(Juan Turín, María Teresa Sánchez)

Ahora vamos con el segundo caso: el complemento circunstancial.

Dentro de la oración, pertenece al predicado y expresa las condiciones en las que se realiza la acción indicada por el verbo y pueden referirse al tiempo en que ocurren, al modo, la cantidad, la condición, causa y muchas otras más.

Ejemplos:

Mi madre lleva la ropa planchada (modo).
Mi madre se levanta temprano (tiempo).
Mi madre viaja en tren (instrumento).
Mi hermano tiene muchos compromisos (cantidad).
Mi familia viajará a Managua (lugar).
Mi cumpleaños lo celebraremos si viene mi abuela (condición).

Como dijimos que es parte del predicado, cuando este complemento va al inicio de la oración se coloca una coma para indicar dónde termina su función sintáctica.

Veamos algunos ejemplos en narrativa nacional:

Uno.

En la claridad de sus obligaciones, Barquero se veía gratamente armado de un bisturí que siempre haría lo necesario para cerrarle el camino al exceso…
(Lizandro Chávez Alfaro, Ciudad encinta).

[Complemento circunstancial de modo].

Dos.

Pero cuando salía de la venta, nada era más fuerte que mi atracción hacia el monte, y a él me metía, con los dulces dentro de la boca, a escuchar el canto de los pájaros, arriba de algún guayabo.
(Adán Torres, Mi niñez).

[Complemento circunstancial de lugar].

Tres.

—¡Si tiembla mientras bailamos, no vamos a sentir nada! —sugiere Selma.
(Carlos Luna Garay, Abandono, p.13)

[Complemento circunstancial de condición].

Cuatro.

Después de comer, siempre cargada por la abuela cargada por la abuela volvieron a su aposento.
(María Gallo, Entre altares y espejos).

[ Complemento circunstancial de tiempo]. 

Tal vez fueron pocos los ejemplos utilizados tanto para la coma vocativa como para el complemento circunstancial, sin embargo la idea es que estas comas surgen en ambos casos y muchas veces nos las hemos saltado por no saber que debían ir dentro de la oración o el diálogo.



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1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente