II.- Marco conceptual del desarrollo de la sociedad
El materialismo histórico es el marco conceptual marxista para explicar la historia y la sociedad misma. Según el materialismo histórico, todas las relaciones y actividades humanas son una función de su actividad productiva.
Esta visión de Marx es extremadamente simplista porque le atribuye a una única variable la explicación de un fenómeno tan complejo como lo es la sociedad.
Sucede Marx desconocía el análisis multifactorial, el cual en aquella época no sólo recién se estaba gestando, sino que además era de uso exclusivo de los físicos y los químicos.
En este capítulo el autor se atreve a proponer una hipótesis alterna.
En este capítulo el autor se atreve a proponer una hipótesis alterna.
Nuestra Hipótesis: Todas las relaciones y actividades humanas, incluyendo las actividades productivas, son una función de la Selección Natural.
Es por eso que antes que nada definiremos lo que nosotros entendemos por Selección Natural.
Selección Natural: Es la capacidad de los individuos de identificar, entre sí, todo aquello que va a contribuir con la preservación de la especie, iniciando con la capacidad de reproducirse y con la capacidad de alimentarse ellos mismos y a su descendencia.
La Selección Natural es un fenómeno multifactorial abierto, es decir que la cantidad de factores que lo componen tiende al infinito.
Más adelante, en el presente trabajo, nosotros identificamos y razonamos sobre unos cuantos factores, pero lo importante es que esos factores no son una limitante porque en el sólo hecho de establecer que se trata de un sistema abierto estamos aceptando la existencia de más factores que no pudimos visualizar debido a nuestras limitaciones cognoscitivas pero que cualquier pensador las podría integrar a nuestro modelo sin contravenir a los factores por nosotros planteados.
Ahora sí podemos empezar.
Hace unos veinticinco millones de años hubo una especie de primate de la cual sólo sabemos que era cuadrúpedo y que se alimentaba de frutas. No sabemos si caminaban en manada o si eran individuos solitarios que ocasionalmente, con algo de suerte, se encontraban por ahí y lograban aparearse. Es más, no podemos inferir absolutamente nada sobre ellos a partir de los primates actuales, ya que los primates actuales son el resultado de un proceso evolutivo que, en primer lugar, es totalmente diferente al de ese primate y, en segundo lugar, porque el proceso evolutivo de los primates actuales es una gran incógnita.
Entonces, ¿Qué es lo que sabemos? – El sentido común, basado en el conocimiento acumulado, toma como verdad lo siguiente:
- Sabemos que la misión biológica de todo ser vivo es la de reproducirse.
- Sabemos que sin alimentos una especie pierde la capacidad de reproducirse.
- Sabemos que todas las adaptaciones, de todas las especies, son las respuestas a los cambios en la cadena alimenticia.
- Sabemos que las especies que no se reproducen están condenadas a la extinción.
- Sabemos que cada nuevo individuo es una mutación de sus predecesores.
No puede ser de otra manera, ya que, si los nuevos individuos fueran idénticos a sus predecesores, serían unos simples y pinches clones y, los clones, por ser idénticos a sus predecesores, no pueden adaptarse a los cambios que ocurren a su alrededor y, en consecuencia, las especies no podrían evolucionar. En esto consiste lo que se conoce como diseño inteligente, en la capacidad que tienen las especies de adaptarse a los cambios que produce la materia en movimiento, en la capacidad de evolucionar, en la capacidad de ir de lo más simple a lo más complejo.
- Sabemos que las mutaciones tienen lugar aleatoriamente.
Los individuos con la información genética de las mutaciones que no facilitan la adaptación procrearán una descendencia que sucumbirá. En cambio, los individuos con la información genética que si facilita la adaptación la transmitirán a su descendencia y eventualmente esta información genética terminará formando parte del genoma de la nueva especie.
En otras palabras, no todas las especies se extinguen, sino que paulatinamente se convierten en otra. Estos cambios son tan pequeños que son imperceptibles y, sólo se pueden apreciar después de muchísimo tiempo, cuando finalmente surgen poblaciones prósperas de especímenes exitosos.
- Sabemos que los ecosistemas cambian y con ellos, la cadena alimenticia.
- Sabemos que los ecosistemas cambian rápidamente como consecuencia de cataclismos cósmicos.
- Sabemos que durante el movimiento de traslación del sistema solar cambian los campos gravitacionales que afectan a nuestro planeta, lo cual incide en el vulcanismo, en la temperatura global y, con ello, en los ecosistemas.
- Sabemos que los ecosistemas cambian lentamente como consecuencia del movimiento de las capas tectónicas.
- Finalmente, ahora sabemos que los ecosistemas también cambian como resultado de la actividad humana.
Pero este conocimiento, a pesar de ser necesario, es insuficiente, hace falta además comprender las consecuencias de la Selección Natural, hace falta comprender como es que funciona la evolución.
II.1.- La Evolución
Al igual que la teoría de Marx y Engels, la Teoría de la Evolución de Charles Darwin es totalmente mecanicista, al fin y al cabo, son contemporáneos, y esa concepción de Darwin es la que ha predominado hasta el momento.
Darwin pudo ver la luz al final del túnel, pero él no tenía ni la más mínima idea del tiempo que toma el proceso evolutivo, desconocía las colosales magnitudes del espacio, desconocía la inverosímil edad del universo, desconocía la edad de nuestro planeta, desconocía el movimiento de las placas tectónicas, desconocía la composición de la materia, desconocía muchas cosas.
El Árbol de la Vida de Darwin es el concepto de evolución que hasta la fecha ha predominado y, es por eso, que hemos concebido la evolución del Homo sapiens como si se tratase de un Árbol de Decisiones. Sin embargo, debemos hacer un esfuerzo por abstraernos y de esa manera tratar de obtener una imagen mental más precisa.
Es de nuestra personal consideración que la evolución, como todo lo que existe en nuestro universo tridimensional, tiene una naturaleza lineal, continua y cuántica a la vez. Para poder entender esto vamos a empezar de atrás para adelante.
La naturaleza cuántica de la Evolución
Partiremos del concepto de singularidad. Una singularidad es "algo" que sabemos que existe porque tiene una enorme masa y una densidad que consideramos infinita porque no poseemos la capacidad de ponderarla. En todo caso, y para efectos prácticos, una singularidad no tiene dimensiones, no tiene altura, ni extensión, así como tampoco tiene profundidad, simplemente es “algo” que no existe en este mundo tridimensional.
Gracias al concepto de singularidad surge el concepto de diversidad. La diversidad no es más que la existencia de muchas singularidades. Las singularidades podrán lucir similares las unas a las otras, pero no son idénticas, por lo tanto, si no son idénticas, son diversas.
Pero no sólo eso, sino que además los eventos pueden superponerse y ocurrir simultáneamente.
La naturaleza continua de la Evolución
Estamos acostumbrados a ver la evolución como una sucesión de números discretos porque estamos acostumbrados a ver los registros fósiles de individuos. Cada individuo es, conceptualmente hablando, una singularidad, pero no es la especie. La especie son todos los individuos que, inmersos dentro de su propia diversidad, comparten ciertas características y cualidades que los hacen semejantes, pero no idénticos. En consecuencia, no existe el ejemplar número uno, así como tampoco existe el último ejemplar.
La paradoja de la evolución es que los ejemplares tienen una naturaleza discreta, sin embargo, las especies tienen una naturaleza continua, es decir que, en principio, no dejan de existir, sino que se transforman a nuevas especies. Es lo que podríamos llamar, la Ley de la Conservación de las Especies. Trataré de explicarme.
Sabemos que la molécula de agua es un objeto sumamente pequeño, tan pequeño que no la podemos distinguir a simple vista. Lo que a simple vista podemos ver es un cuerpo de agua formado por una infinidad de moléculas, y, mientras haya agua, la podremos ver de fluir de manera continua, como si fuera una entidad per se. Pero, a pesar de ello, no nos va a ser posible distinguir a la primera molécula, ni a la última. Pues con la evolución pasa algo similar.
Por ejemplo. En la actualidad existen dos especies de chimpancés, la población de chimpancés ronda los cien mil ejemplares, sabemos que los chimpancés tienen una vida promedio de treinta años. Ahora supongamos que esta población se ha mantenido constante en el último millón de años, eso quiere decir que en un millón de años siete millardos de chimpancés han deambulado por el continente africano.
Ahora hagámonos la siguiente pregunta, ¿Cuántos esqueletos de esos chimpancés van a lograr fosilizarse? La respuesta es simple, aproximadamente uno por cada siete millardos. Si aumentamos la ventana de tiempo y hacemos variar la condición de que la población se mantiene constante y aumentamos la cantidad de especies que pertenecen al mismo género, pues ese número tendría tantos ceros, como decimales tiene el número π más preciso que usted se pueda imaginar.
Debido a ello no podemos estar seguros de la existencia del ejemplar número uno, así como tampoco podemos estar seguros de la existencia de un último ejemplar de especie alguna, aunque la especie esta ya esté extinta. Lo que existen, o han existido, son ejemplares promedios.
El problema es que todo el asunto ha estado influenciado por el concepto del eslabón perdido, concepto que nació por la necesidad de validar la teoría de la evolución a través de una evidencia física.
Es por eso que hasta la fecha la mayor preocupación de los paleontólogos ha sido encontrar todos los eslabones perdidos, dicha búsqueda ha desviado la atención, ya que para efectos prácticos es una información irrelevante.
Para explicarnos mejor haremos uso de la ciencia de las estadísticas.
Gracias a las matemáticas de las grandes poblaciones, sabemos que, al establecer criterios de diferenciación y que, al agruparlos según este criterio, los datos van a a distribuirse de tal manera que se agruparán alrededor de una tendencia central que al graficar formaran la famosa Curvas de Distribución de Gauss [2] y que la forma de dichas curvas va a variar en dependencia de los factores que afecten al sistema.
Esto es sumamente importante, ya que basados en las matemáticas de las grandes poblaciones podemos concluir que:
- Ninguno de los vestigios fósiles encontrados es una muestra representativa de la población.
- Desconocemos que forma tenía la curva en ese instante en que vivió el individuo del cual proviene el fósil. Es decir, desconocemos su dispersión.
- Desconocemos que posición ocupaba el ejemplar estudiado en esa curva. No sabemos si es un ejemplar promedio o si forma parte de alguna desviación.
- Desconocemos cuantas especies de un mismo género cohabitaban con la especie a la que corresponde el fósil. Desconocemos si estas especies podían aparearse entre ellas y producir híbridos fértiles. Los híbridos infértiles no nos interesan, ya que no tienen mayor impacto en la evolución de las especies involucradas.
La naturaleza lineal de la Evolución
La evolución es lineal porque cada individuo es único e irrepetible en el tiempo, y aunque tuviésemos la capacidad de viajar al pasado, no podríamos modificar los eventos que desencadenaron su existencia y, aún en el caso de que sí los pudiéramos modificar, pues después de hacerlo todo sería absolutamente diferente y estaríamos hablando de otro ejemplar y no del nuestro.
La linealidad de la evolución no sólo es un asunto del tiempo, la vida es un sistema abierto con una infinita cantidad de variables, cuya ponderación, va más allá nuestra limitada comprensión y conocimiento.
En otras palabras, el objetivo no debe ser tratar de identificar quienes son nuestros ancestros, sino identificar y comprender la función específica de las mutaciones que poco a poco se fueron presentando y moldeando al Homo sapiens.
Es debido a esto que el concepto del árbol de la vida de Darwin es tan sólo un punto de partida, un excelente punto de partida.
II.2.- La Evolución: una continuidad cuántica lineal
Imaginemos que la evolución es una suerte de partícula subatómica que se desplaza tal y como lo hacen los electrones dentro de los átomos de una molécula de cualquier sustancia, sea esta elemental o compuesta.
Para facilitar nuestra comprensión, en las escuelas nos muestran el modelo planetario de un átomo. Según este modelo, los electrones describen órbitas circulares, perfectas.
En realidad, los electrones al desplazarse describen una trayectoria totalmente caótica, pero estas trayectorias siempre están dentro de un sector de influencia, dentro de una especie de campo de fuerza que establece una suerte de límite.
Además de lo anterior, el principio de incertidumbre de Heisenberg [3] establece que nadie puede conocer la ubicación exacta de un electrón. Pero, a pesar de lo anterior, gracias a la ciencia experimental y a la teoría de las probabilidades, si podemos conocer las formas de las órbitas que describen los electrones alrededor de los núcleos de los átomos.
En otras palabras, nadie podrá ubicar a los electrones en un determinado instante, pero si es posible saber que probabilidades hay de que en determinado momento se encuentren en determinado sector de ese campo de fuerza.
Pero lo más importante del modelo atómico de Heisenberg es que los electrones de los átomos, y de las moléculas, no tienen dueño, pueden subir o bajar de orbital, y, más importante aún, pueden ser compartidos entre todos los átomos, lo cual, en teoría, les permite estar virtualmente en todos lados al mismo tiempo.
La Evolución, por ser el resultado de la Selección Natural y de mutaciones que ocurren aleatoriamente, las cuales pueden ser, o no ser, mutaciones exitosas, termina siendo un asunto de meras probabilidades, por lo tanto, desde el punto de vista conceptual, es muy similar al modelo atómico de Heisenberg.
Si vemos la evolución de esta manera, pues es irrelevante determinar que vestigio fósil está o no en línea directa al Homo sapiens, ya que todas las mutaciones fueron, de alguna manera, compartidas durante los procesos de evolución e involución que tienen lugar simultáneamente en cada instante.
Es por eso que en ocasiones podemos encontrar vestigios fósiles de un ser que tiene una mutación que lo acerca al Homo sapiens, pero que en general se trata de un ser más primitivo e inmediatamente procedemos a concluir que no es parte de la familia.
Pero, ¿y si este ejemplar es el resultado de una hibridación?, ¿y si este ejemplar es resultado de un proceso involutivo? Entonces esto quiere decir que la mutación que nos interesa, en realidad ocurrió después de la existencia de un predecesor aún no identificado y, que este bastardo, es nuestro pariente después de todo. El asunto es que los restos del famoso eslabón perdido pudieron perfectamente no fosilizarse.
En consecuencia, lo importante es la existencia de la mutación y no la ubicación del ser en la trayectoria de nuestro linaje. Prueba de ello es que el genoma del Homo sapiens contiene vestigios de especies que se extinguieron hace muchísimos millones de años y que, gracias a esos vestigios, es que somos vertebrados, mamíferos, primates, homínidos y, finalmente, Homo sapiens.
Con el concepto de Continuidad Cuántica Lineal de la Evolución, tenemos completo el marco conceptual que nos va a permitir continuar.
Es hora de regresar a la sociedad.





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